Un gran porcentaje de la población acepta las cookies de las páginas web sin preguntarse qué permisos están cediendo al hacerlo.
Las cookies son ficheros de datos que las webs envían a un ordenador cuando se visitan desde un ordenador o un móvil para acceder a su información. La Unión Europea regula esta herramienta y, por eso, las páginas están obligadas a preguntar por la cesión o no los datos.
Al ofrecer las cookies a los sitios web, los internautas están dando a dichos sitios carta blanca para acceder a información sobre sus intereses y comportamientos en Internet. Hay plataformas que facilitan a los usuarios que se rechacen todas de golpe, pero otras obligan a declinarlas de una en una y, por ese motivo, muchos terminan optando por aceptarlas.
El uso que se hace de ellas se puede resumir en dos: recordar accesos a la web anteriores y conocer los hábitos de navegación. De este modo, si un usuario entra dos veces en un sitio web a través de un mismo dispositivo, esta podrá recordarlo.
En teoría, las cookies no son malas y pueden ser útiles para la navegación en una página. Sin embargo, algunos sitios las usan para recopilar información y no dan opción a rechazarlas. En Europa, las webs están obligadas a solicitar el permiso de las cookies, pero a veces tratan poner trabas para que los usuarios cedan sus permisos.
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