“Es posible cambiar, en cualquier momento de la vida, nuestras ideas más arraigadas, nuestra forma de pensar y también nuestra experiencia emocional. Para lograrlo es suficiente una herramienta sencilla y extremadamente efectiva en la transformación de nuestro cerebro: el buen uso de la conversación”. Esta contundente afirmación es la síntesis de El poder de las palabras el último libro de reconocido doctor en Neurociencia Mariano Sigman publicado por Editorial Debate, en el cuál reúne los últimos avances y los combina con historias de vida para explicar de qué forma la palabra puede modificar nuestra autopercepción, nuestra memoria y el futuro que vislumbramos para cada uno de nosotros.
“Mediante la palabra se puede sanar y se puede acariciar. La palabra amortigua el dolor. Por eso necesitamos aprender a dialogar con nosotros mismos y a gobernar nuestras propias voces. Es uno de los antídotos para ciertos venenos de la vida emocional”, explica.
“Somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestros silencios”, dice el refrán. Yo elijo relativizarlo y circunscribir este saber popular solamente a las palabras que rellenan los incómodos silencios, las que so dichas para herir, las que amplian las distancias, y a todas las que son habladas en la inconsciencia del poder que tienen al ser pronunciadas.
Mariano Sigman lo investigó a través de la ciencia convencido de su búsqueda. “Escribo este libro porque creo que hay pocas cosas a las que valga más la pena dedicar nuestro tiempo que a descubrir cómo cambiar el devenir en lo que hacemos y de lo que no hacemos de lo que sentimos, de lo que somos”. El suyo es un interés compartido por millones de personas que, como él, comenzaron hace décadas o quizás hace semanas nuevos caminos de autoconocimiento.
“Desde hace tiempo quería empezar a pensar como la ciencia podría ayudarnos a resolver preguntas que se dirigen directamente a la esencia de la condición humana. Todas estas cuestiones siempre estuvieron abordadas por la filosofía, por la literatura, por la ficción. Mi intención fue darles un nuevo enfoque para tratar de entender como convivir con las emociones, por qué explotamos y cuándo, cómo manejarlas, hacia donde nos pueden llevar. Necesitaba ocuparme de lo más importante que es comprender cómo funciona el vínculo con la gente más cercana, la relación con nosotros mismos, que hacemos con nuestro tiempo, cuales son las cosas que realmente queremos hacer”, cuenta.
“El proyecto, que comenzó con un ánimo divulgativo terminó convirtiéndose en un viaje de introspección para investigar aquellos lugares de mi vida en los que estaba más estancando. Tenía la intención de pensar en estas preguntas para contárselas a otros y a otras, pero me di cuenta pronto de que necesitaba respuestas para mí también. Al finalizar el libro tuve un accidente que me hizo ponerlo a prueba y funcionó. Ya estaba escrito y tuve contrastarlo con una experiencia personal muy importante por eso también me siento muy abrazado a él. Me siento un científico en su más amplio sentido porque estoy atravesado por la vorágine del descubrimiento y de la experimentación. Experimentar es una forma de vivir y así se creó este libro”, explica.
Pero además del poder de las palabras, el doctor Mariano Sigman dedica muchas páginas a hablar sobre el poder de la conversación.
El poder de la conversación
“Las buenas conversaciones mejoran nuestras decisiones, ideas, memorias y emociones”.
Si bien hoy contamos con dispositivos que nos permiten hablar con miles de personas a la vez, en los lugares más remotos, al mismo tiempo el diálogo parece haber perdido su poder: lo desdeñamos como una cosa inútil y ya no confiamos en su capacidad de promover el intercambio de puntos de vista. Sin embargo, la conversación es la fábrica de ideas más maravillosa que tenemos a nuestro alcance, la herramienta más potente para transformarnos. Su efecto es tan general que irradia en nuestro aprendizaje, en la memoria, en la creatividad y en todos los procesos mediante los cuales tomamos decisiones”, explica Sigman.
“Toda forma de palabra es en última instancia una conversaciónNo hay instancia del pensar, de reflexionar ideas o de crearlas que no sea una conversación. Y eso está en la esencia del método socrático. Cada vez que emerge una idea dentro nuestro, parece ser grandiosa porque uno no la revisa. Pero en las conversaciones las hacemos mejores. Cuando las verbalizamos, nos vamos dando cuenta de que eso que pensamos muchas veces no es tan genial o tiene errores. Empezamos a comprender con más precisión si funcionan y a comprender que es lo que tenemos que modificar. Cuando las conversamos no sólo tenemos la perspectiva del otro sino la propia y así podemos autocontrastarnos y mejorarnos. Necesitamos hablar para aprender, no para convencer. La verdadera soledad consiste en no tener con quien hablar.
La verdadera soledad consiste en no tener con quien hablar
“Esto si pretende ser un libro de autoayuda desde el concepto más noble. Pero es distinto en relación a otros porque no hay promesas de felicidad. Por el solo hecho de leerlo nadie va a tener una vida emocional más plena. Ningún libro puede lograr eso como tampoco ningún libro de tenis puede hacerte una gran tenista solo leyéndolo. Pero sí hay ideas que nos permiten pensar en la gestión de las emociones, de las decisiones y de la memoria y cómo se puede empezar a trabajar esto. Hay pautas y hay datos claros para saber qué es posible”, afirma .
El poder de las palabras y cómo cambiar tu cerebro ( y tu vida) conversando es un libro en donde el espíritu de la ciencia está presente, pero en preguntas en las que la ciencia no es protagonista. Lo he escrito con la confianza fundada en datos y en ciencia de que es una buena herramienta para que seamos mejores personas y nos sintamos mejor, para que encontremos, en definitiva, mejores versiones de nosotros mismos.
Sigman cuenta que una de las ideas que más le gusta es la que da cuenta que los pequeños cambios son los importantes. “Quizás no vamos a poder modificar todo, pero hay muchas cosas que si son posibles. Hay mínimos ajustes que podemos hacer en nosotros y que la mayoría de las veces tienen un gran impacto porque nos empiezan a acercar a una vida más parecida a aquella que añoramos vivir”.
Que así sea.