El Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) confirmó este viernes que ascendió a 30 el número de ballenas muertas en el Golfo Nuevo, sobre el interior de Península Valdés, en el extremo noreste del Chubut.
La información fue difundida en la cuenta oficial de Twitter de esa entidad, donde se destaca que "hasta la fecha, el conteo de ballenas muertas es de 26 adultas y 4 juveniles, totalizando 30 en la presente temporada".
En el informe se aclara que "no se detectaron ballenas adultas o juveniles muertas en el Golfo San José", que es más pequeño que el Golfo Nuevo y que está sobre la cara norte de Península Valdés. "Por el contrario, en el Golfo Nuevo, a los 18 individuos ya confirmados antes, se suman 12 nuevos casos", indica el informe.
Hasta el momento no hay una confirmación oficial de las causas de las muertes porque no se completaron los estudios de laboratorio de las muestras que se tomaron de los cadáveres.
El martes 11 de octubre, investigadores del Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral realizaron un relevamiento aéreo de las costas de los Golfos Nuevo y San José
— Instituto de Conservación de Ballenas (@ICB_Argentina) October 13, 2022
Sin embargo, todo indica que se está ante elevados índices de toxinas producidas por el fenómeno conocido como "marea roja".
El conteo de cuerpos se realiza sobre los que están en la costa y todo indica que los últimos contabilizados no son de muertes recientes sino que estuvieron flotando en el golfo y tocaron tierra arrastrados por los vientos.
Desde la Dirección de Ambiente de Chubut se confirmó que las toxinas presentes en las microalgas y los moluscos bajaron ostensiblemente en los últimos días.
En el 2015 y en el 2021 también se produjeron muertes, producto de la marea roja, aunque no en tan poco lapso de tiempo como en esta temporada.
Las muertes pueden encontrar explicación en los hábitos alimentarios de la especie que suele consumir Copépodos (pequeños seres identificados como zooplancton) en los últimos meses de la temporada, es decir en octubre y noviembre.
"La ballena es una gran filtradora, come de esa manera, y, al buscar los copépodos, introduce también en el organismo microalgas con cargas de toxinas", explicó a Télam el biólogo Mariano Coscarella, investigador del Centro Nacional Patagónico con sede en Puerto Madryn.
Las ballenas fueron observadas "filtrando" alimento del agua en la zona conocida como "El nido", cerca de Puerto Pirámides, aunque no es una práctica común porque esta especie carga energías alimentándose cuando sale de la zona de golfos.