El mundo ya se ha calentado un promedio de 1,2 grados desde que la Revolución Industrial marcó el comienzo del uso generalizado de combustibles fósiles. La mayoría de las estimaciones indicaban que el calentamiento de 1,5 grados no llegaría hasta al menos principios del 2030. La ola de calor no es un hecho aislado y es inevitable no asociarla a los efectos del cambio climático, apunta un informe especial del IPCC sobre los impactos del calentamiento global.
Ignacio Cristina, docente e investigador del centro de información meteorológica de la Facultad de Ciencias Hídricas de la UNL, observa que habría una tendencia a mayores calores y sequías. En los últimos 20 años, Santa Fe registró 45° en 2013 y 44° en 2008. La temperatura media del primer mes del año fue de 29,3º, según registros del CIM-FICH-UNL. Sin embargo, éste febrero fue donde se registraron las temperaturas extremas para dicho mes en los últimos 13 años.
“Es muy importante observar la temperatura media que se obtiene de datos diarios medidos cada hora, porque da una idea de cómo es el comportamiento de los registros térmicos a lo largo del día. En lugar de sólo analizar los valores máximos y mínimos. Otro fenómeno particular que se dio en lo que va del 2023 fue en el mes de febrero: se registró tanto la temperatura más alta (43,1º) como la más baja (8,7º) de los últimos 13 meses de febrero”, apunta Cristina.
Fenómenos cíclicos: en qué se diferencian El Niño y La Niña
El Niño y La Niña son los componentes oceánicos, mientras que la Oscilación del Sur es el componente atmosférico, y ambos dan origen al término El Niño/Oscilación del Sur. Este fenómeno comprende tres fases: El Niño, La Niña y una fase neutra.
“El Niño/Oscilación del Sur (ENOS) es un fenómeno natural caracterizado por la fluctuación de las temperaturas del océano en la parte central y oriental del pacífico ecuatorial, asociada a cambios en la atmósfera. Este fenómeno tiene una gran influencia en las condiciones climáticas de diversas partes del mundo”, apunta el docente de la FICH-UNL. El ENOS es uno de los patrones más importantes de la llamada variabilidad climática interanual, que incluye modificaciones de la circulación de la atmósfera que pueden durar desde varios meses a pocos años.
“Los efectos de esta oscilación sobre nuestro país son diversos y varían dependiendo de la fase, la región y la época del año. En particular durante la primavera y verano, el noreste argentino tiende a registrar precipitaciones superiores a las normales durante una fase de Niño. En cambio, durante una fase Niña, la misma zona tiende a registrar precipitaciones por debajo de lo normal”, analiza Cristina.
“Cuando la oscilación está en la fase neutral, las condiciones climáticas rondan el promedio a largo plazo. Los eventos de El Niño y La Niña pueden variar según las temperaturas oceánicas sean más cálidas o frías en el pacífico tropical. Pero el cambio climático también está afectando las temperaturas a nivel global”, indica el investigador.
Un rompecabezas meteorológico complejo
Promediando el mes de marzo, y ante un escenario tan crítico de características poco comunes, ante el déficit de lluvias y la frecuencia con la que se repiten estas temperaturas extremas, la pregunta es si con la llegada del otoño empezará a normalizarse la situación o si esta situación se agravará.
Por ahora todo está ocurriendo en una atmósfera fundamentalmente alterada por el evento Niña. “El calor es energía, más calor en la atmósfera significa que hay más energía para impulsar eventos climáticos extremos. La combinación de más energía térmica y una circulación atmosférica propicia ha hecho que los eventos climáticos extremos sean menos comunes pero más intensos, ya que en los últimos años no hemos tenido demasiadas tormentas fuertes o severas en nuestra región”, señala el docente.
“La atenuación de estas condiciones estarían determinadas por el evento Niña. No se están viendo sistemas frontales importantes que ingresen a la región y puedan atenuar el ascenso de temperatura: sólo se observan esporádicos ingresos de una masas de aires relativamente frías y eventualmente algún sistema muy frío que logra ingresar aire con bajo tenor de humedad los cuales podrían modificar estas condiciones”, explica.
En cualquier caso, Cristina sostiene que no sería descabellado pensar a futuro, la ocurrencia de eventos Niña de similares magnitudes que la experimentada estos últimos años, una señal preocupante de que los años por venir podrían ser igual o más cálidos.
Cambio Climático
La temporada 2022/ 2023 no da respiro. Hace un par de semanas, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) presentó un reporte preliminar donde analiza desde noviembre hasta febrero que las condiciones muy cálidas predominan en el territorio nacional y las olas de calor baten récords constantemente. Desde el 2 de febrero, el octavo episodio de ola de calor se instaló en el país, y si bien comenzó a registrarse en primer lugar en el sur argentino, la mayor intensidad, extensión y duración se dio en la franja central.
La Organización Meteorológica Mundial ya habla de una nueva normalidad climática, mucho más caliente, por lo que, a menos que la dinámica y el desarrollo de las ciudades se planifiquen considerando esta amenaza, las olas de calor serán aún más severas, alentaron los expertos.
En las ciudades hay un mayor desafío. Las islas de calor, producto de la expansión de una urbanización escasamente planificada, el crecimiento de la edificación, el predominio del asfalto y hormigón por sobre los espacios verdes, amplifican el impacto de las olas de calor como las que estamos viviendo.
La buena noticia es que la energía limpia y otras estrategias ambientales son abundantes y están disponibles. Por citar un ejemplo, un reciente estudio fue muy claro: plantar más árboles en las ciudades puede reducir muertes prematuras relacionadas con el calor extremo. Tenemos la oportunidad de actuar con urgencia para frenar la crisis climática y estabilizar nuestro clima una vez más.