Si la exposición a ruidos es regular y mantenida en el tiempo, se puede ir generando un daño en las células sensoriales auditivas que puede dar lugar a una pérdida auditiva irreversible.
Si esto ocurre, en primer lugar se verán afectados los sonidos agudos de alta frecuencia. Por eso es posible que al principio pueda pasar desapercibida. Sin embargo, puede aumentar de forma progresiva si la exposición es continuada.
Hay que tener en cuenta que no cuidar la audición en la juventud puede acelerar la aparición futura de la pérdida auditiva relacionada con la edad o hipoacusia. Estos son algunos consejos que podés poner en práctica:
1- Mantener un volumen bajo y emplear niveles seguros de exposición al ruido
Se recomienda que sea inferior a 85 dB para una duración máxima de ocho horas diarias. Se puede reducir el volumen con tapones para los oídos o auriculares que aíslen del ruido y regulando el volumen de los dispositivos de uso personal.
2- Reducir el tiempo de exposición
Hacer descansos para reducir la duración total de exposición, alejarse de la fuente de ruido (por ejemplo, altavoces) y reducir el tiempo de uso de los dispositivos de audio personales.
3- Prestar atención a las señales de alerta de pérdida auditiva
Ante una sospecha, acudir a un profesional especializado en audiología para que pueda evaluar la capacidad auditiva y determinar la solución en cada caso.
4- Revisar la audición de forma periódica
Se recomienda revisar la audición al menos una vez al año, sobre todo aquellas personas más vulnerables que mantengan una exposición continuada a ruidos fuertes.
5- Evitar la producción de ruido
A diario generamos una gran cantidad de ruidos, en muchos casos, innecesarios. Es importante respetar el silencio de los demás, por lo que, entre todos debemos contribuir en la medida de lo posible, a reducir la contaminación acústica.