Saber cómo gestionar tus emociones tras un enfado es fundamental, porque la irritación y la indignación suelen llevar al estrés, ansiedad y caer en círculos de negatividad si no se saben controlar las molestias.
Un error muy común con el dominio de enfado es negarlo. Así no se permiten sentir esa emoción por completo, y si no la sienten no tendrán la posibilidad de combatirla y evitarla. Detenerse por un momento, analizar cuáles son las causas del enfado e intentar ponerse en lugar del otro es imprescindible.
La paciencia es otro factor determinante. Actuar aún conmocionado puede afectar la capacidad de pensamiento. Apartarte del conflicto; date tiempo y espacio suficiente para analizarlo con frialdad. Aprendé a respirar para activar el nervio vago.
Es poco probable que alguien enfadado llegue a resolver un problema que tiene, así que posponé su solución hasta sentirte más tranquilo. Cualquier arreglo posible que propongas enojado difícilmente ayude en la resolución. Calmarte antes de volver a entablar una conversación con ese alguien aumentará las probabilidades de no repetir la discusión. Cuando el otro insista en querer imponer su visión de las cosas por medio de la fuerza, esperá a que se relaje un poco.
Mostrarle al otro que estás ahí es otra de las cosas que hacen apaciguar la situación. Aunque haya habido enfado, le estás diciendo que todo esto pasará y que estás a su lado cuando lo necesite. Esta acción es una manera de estar en paz con vos y con los demás.
Tu salud mental te lo agradecerá y calmarás así tus emociones que no necesitan de enfados sin sentido. Cuando algo no gusta, se dice, y de la mejor manera para ser educado y respetuoso hasta con las personas con las que tenemos confianza.