Conocemos a los perros por ser la mejor compañía, leales, cariñosos y divertidos. Amigos desde tiempos inmemoriales, han dejado una profunda huella en la cultura y la sociedad a nivel internacional. Algunos de ellos, además, también tienen su propio lugar en la historia, por haber conseguido llegar al corazón de miles de personas.
Es el caso de Lampo, un perrete con un sentido excepcional de la orientación para encontrar el camino a casa. Tanto, que fue capaz de recorrer toda Italia en los diferentes trenes que recorren el país él solo, volviendo con sus dueños tras cada uno de sus periplos. Así lo cuentan en Relatando Historia, en Twitter, en un tierno hilo que ya acumula más de 34,600 “me gusta” en estos momentos.
Era el verano de 1953 cuando Elvio Barlettani, jefe de estación de la pequeña estación de trenes de Campiglia Marittima, se topó con un perro callejero blanco y marrón que se bajaba tranquilamente de un tren de carga. Su hija pequeña, Mirna, se quedó tan asombrada que no dudó en hacerse amiga del can, y le pidió a su padre quedarse con él. Barlettani accedió, aunque con una condición: sólo podría quedarse con el perro “por la noche”.
En teoría, el perro debía marcharse, pero la familia pronto se encariñó con él. Adoptándolo como mascota, le pusieron el nombre de Lampo (“relámpago” en italiano) por su pelaje blanco y la velocidad con la que saltaba dentro y fuera de los trenes que llegaban a la estación.
Lo curioso era ver cómo Lampo viajaba en tren. Comenzó yendo de Campiglia Marittima a Piombino para acompañar a la pequeña Mirna al colegio, trayecto que realizaba solo a la vuelta, para permanecer con Barlettani mientras trabajaba. A mediodía, volvía a Piombino en tren para recoger a la niña y regresaban juntos. Tanto viaje parece ser que picó la curiosidad del can, que comenzó a coger diferentes trenes al azar solo para ver a dónde se dirigían.
Unas pruebas que se convirtieron en hábito, y pronto fueron los Barlettani los que acudían a la estación para ver de qué tren se bajaba Lampo cada noche. Trenes de carga, pasajeros… El perro siempre regresaba a su hogar. Parecía saberse los horarios y las rutas de memoria, distinguir trenes lentos o de mayor velocidad, vagones de diferentes tipos y localizar rápidamente el vagón restaurante. Pronto se convirtió en la sensación de la red ferrovial, siendo elegido la mascota no oficial de los trabajadores del tren, que llamaban a Barlettani para avisar de dónde había sido visto su perro.
Sin embargo, no todos estaban tan encantados con los viajes espontáneos de Lampo. Algunos pasajeros comenzaron a quejarse, más aún después de que el can provocase un gran retraso al quedarse atrapado en la puerta de un vagón. El incidente provocó que la dirección del ferrocarril de Florencia obligase a Barlettani a deshacerse de Lampo. El jefe de estación intentó enviarlo en tren hacia diferentes destinos, pero el perro siempre supo volver a su hogar.
Tras muchas idas y venidas, la dirección del ferrocarril se rindió y le permitió a Lampo quedarse. El perro se convertía así en la mascota oficial de la estación del tren, ganando fama a nivel internacional. La fama de Lampo traspasó fronteras, siendo una estrella en los medios de comunicación.
Por desgracia, el can viviría el fin de sus días precisamente en una estación de tren. El 22 de julio de 1961 fue arrollado por un tren de carga en maniobras fuera de horario, que obviamente Lampo no tenía controlado. El perro fue enterrado en la estación de tren, cuya tumba se puede visitar a día de hoy, coronada por un monumento en su honor en el que se ve a Lampo mirando los trenes con su pata en el aire un disco de señalización a sus pies.