La "rutina del explorador" es una práctica de orientación que se basa en moverse por entornos naturales utilizando solo un mapa y una brújula, sin tecnología, como el GPS. Este ejercicio ayuda a mejorar la salud cognitiva, fortaleciendo la memoria espacial, la atención sostenida, la toma de decisiones y la resolución de problemas, además de fomentar la flexibilidad cognitiva. Estimula áreas cerebrales relacionadas con la navegación y la supervivencia, que suelen permanecer inactivas debido al uso excesivo de tecnologías modernas. Practicar esta actividad también reduce el estrés y mejora el bienestar emocional, ya que combina ejercicio físico y contacto con la naturaleza.
Estudios científicos respaldan los beneficios de la orientación, demostrando que puede prevenir el deterioro cognitivo relacionado con la edad y mejorar habilidades como la memoria y la concentración. Los expertos de Harvard afirman que esta actividad fortalece funciones cerebrales esenciales, ayudando a reducir el riesgo de demencia. Además, se sugieren hábitos como la visualización, la repetición, y el ejercicio regular para mantener una buena salud cerebral y mejorar la memoria.
En resumen, la rutina del explorador es una herramienta sencilla pero eficaz para promover la salud mental, fortalecer las funciones cognitivas y reducir el estrés, especialmente en la prevención del deterioro cognitivo en la edad avanzada.