El Consumo Episódico Excesivo de Alcohol (CEEA), también conocido en español como Consumo Intensivo de Alcohol (CIA) y en el panorama internacional como Binge drinking o Heavy episodic drinking, es una práctica común entre los adolescentes caracterizada por la ingesta de grandes cantidades de alcohol en un único episodio.
El Consumo Episódico Excesivo de Alcohol (CEEA), también conocido en español como Consumo Intensivo de Alcohol (CIA) y en el panorama internacional como Binge drinking o Heavy episodic drinking, es una práctica común entre los adolescentes caracterizada por la ingesta de grandes cantidades de alcohol en un único episodio.
En este último trimestre, los chicos se encuentran con más ocasiones donde cometer excesos: último día de clases, la previa a los viajes, el propio viaje, los egresos y más. Como padre o madre, se reconoce la importancia de la vida social del adolescente y se sabe que las fiestas son un modo de socializar y relajarse. Pero una fiesta sin supervisión o mal planeada puede traer consecuencias indeseables o incluso trágicas.
“El cerebro adolescente está en progreso y sabemos que no estará completamente maduro hasta alrededor de los 25 años. Se ha encontrado que el alcohol interrumpe ese proceso, particularmente la corteza prefrontal y el hipocampo, importantes para el control de los impulsos y la memoria”, opina el psicólogo de adolescentes, doctor Michael Carr-Gregg.
La Sociedad Argentina de Pediatría presentó un documento que alerta sobre el uso abusivo de alcohol, tabaco, bebidas energizantes y marihuana. De acuerdo con los datos de la Encuesta Mundial de Salud Escolar del año 2018 (EMSE), la mitad de los estudiantes de 13-17 años bebió alcohol en los últimos 30 días, siendo mayor en el grupo de 16-17 años (67,6%) que en el de 13-15 (47,7%).
“Está aumentando un 20 por ciento el nivel de consultas a los centros de toxicología. El problema está asociado al efecto inicial de desinhibición que favorece el acercamiento a la otra persona. Esto puede llegar a generar situaciones de abuso, de violencia e incluso a adquirir enfermedades de transmisión sexual. Por otro lado, también afecta los reflejos, altera la atención y el juicio”, describe el doctor Mariano Díaz (M.N. 100.179), médico pediatra especialista en Toxicología y miembro de la Asociación Toxicológica Argentina.
El experto advierte que al alcohol, en algunas situaciones, se le agregan pastillas a modo de desafío, lo conocido como “jarra loca”. “Para nosotros, es un desafío porque no sabemos de qué se trata ni qué contiene y el chico se ve perjudicado muchas veces con secuelas”, señala Díaz.
El rol de los adultos frente al consumo de alcohol de los adolescentes
“Es fundamental el rol de los adultos: acompañar, llevarlos, traerlos, ver cómo vienen y enseñar que cada acto tiene consecuencias”, plantea Díaz, miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría. “Hay que hablar, no dar por sentado, que saben todo. Enseñarles que la bebida tiene que ser abierta delante de nosotros, prevenirlos y que sepan del consumo responsable. Nuestros adolescentes necesitan límites que contengan y los colegios pueden colaborar, pero la realidad es que el cuidado debe venir desde casa”, asegura.
En el documento de la SAP, se reconoce que el consumo de alcohol en los jóvenes tiene un carácter vincular, representa una forma de pasar el tiempo con los amigos, de establecer relaciones sociales en grupo y de obtener reconocimiento.
“Como equipo de salud, debemos trabajar en la prevención y acompañamiento a través de las políticas de reducción de daños, como así también en los procesos de tratamiento y rehabilitación. Es una tarea cada vez más difícil teniendo en cuenta la cantidad de publicidades que hay en torno a una droga legal como el alcohol, leyes que no se cumplen como la prohibición de venta de alcohol a menores de edad o la naturalización de su consumo en las previas para que haya un ‘consumo cuidado’; sin olvidarnos que vivimos en una sociedad donde consumir está bien visto”, concluye el documento de la SAP.