Aunque el croissant es un símbolo de la panadería francesa, su origen se remonta a Austria. La leyenda cuenta que en 1683, durante el sitio de Viena por los otomanos, los panaderos locales descubrieron un intento de invasión a través de túneles subterráneos. En celebración de la victoria, crearon un pan en forma de media luna, simbolizando el emblema otomano. En el siglo XIX, el croissant llegó a Francia, donde fue perfeccionado con masa hojaldrada y se convirtió en un emblema gastronómico.
Ingredientes:
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1 kg de harina de trigo común.
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100 gramos de azúcar blanca.
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400 gramos de mantequilla o margarina.
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55 gramos de levadura fresca.
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1 huevo pequeño.
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Una pizca de sal fina.
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550 ml de leche fría.
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1 cucharada de miel.
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1 cucharada de vainilla.
Paso a paso:
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En un bowl, colocar la harina formando un hueco. Agregar azúcar, sal en los bordes, miel, huevo, vainilla y levadura desgranada en el centro. Añadir la mitad de la leche fría y mezclar.
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Amasar sobre la mesa hasta lograr una masa lisa, agregando harina si es necesario. Amasar 10 minutos, reposar 10 minutos. Repetir dos veces este proceso.
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Probar la elasticidad de la masa estirándola: debe transparentarse sin romperse. Cubrir con film y reposar 30-40 minutos. Refrigerar 40 minutos.
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Estirar la mantequilla entre film plástico formando un rectángulo parejo. Congelar.
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Estirar la masa formando un rectángulo tres veces mayor que la mantequilla. Colocar la mantequilla en el centro y envolver completamente.
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Estirar la masa y doblar en cuatro partes. Refrigerar 20 minutos. Repetir este proceso mínimo 5 veces.
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Extender la masa hasta 4mm de grosor. Cortar triángulos de 9cm de base por 15cm de lado.
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Hacer un pequeño corte en la base de cada triángulo y enrollar desde la parte más gruesa.
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Barnizar con huevo y dejar reposar 2 horas en lugar cálido.
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Precalentar el horno a 200°C y hornear 20 minutos hasta dorar.
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Enfriar sobre rejilla antes de consumir.