Durante la Segunda Guerra Mundial, muchas obras de arte corrieron peligro de ser destruidas o saqueadas. Una de ellas fue "La joven de la perla", la icónica pintura de Johannes Vermeer, que tuvo que ser escondida en un búnker para evitar que cayera en manos nazis.
El museo Mauritshuis de La Haya, donde se exhibe actualmente la obra, cuenta ahora los detalles de este periplo en una muestra especial. En plena guerra, las autoridades neerlandesas tomaron la decisión de evacuar sus tesoros artísticos más valiosos. Entre ellos estaba la famosa pintura, que fue trasladada a un búnker subterráneo junto con otras piezas clave del patrimonio cultural.
Según relatan desde el museo, la obra pasó años en la oscuridad, resguardada en condiciones especiales para evitar su deterioro. Con la liberación de los Países Bajos en 1945, la pintura regresó a su lugar en el Mauritshuis, donde sigue siendo una de las piezas más admiradas por visitantes de todo el mundo.
La exposición, que se podrá visitar durante los próximos meses, busca no solo contar este episodio desconocido, sino también reflexionar sobre la fragilidad del arte en tiempos de conflicto. "Las obras maestras no solo cuentan historias con sus imágenes, sino también con lo que han vivido", explican desde la institución.
Hoy, "La joven de la perla" sigue cautivando con su enigmática mirada, pero detrás de su belleza se esconde una historia de supervivencia que vale la pena conocer.