El regreso de Leonardo Madelón a Unión no es solo una cuestión emocional o simbólica. El entrenador que dejó una huella imborrable en la historia reciente del club volvió con la misión de ordenar, reanimar y potenciar un equipo que, en ataque, muestra más sombras que luces. Y dentro de ese plan, hay una tarea que sobresale por encima del resto: recuperar el nivel de sus delanteros, una zona crítica donde, salvo excepciones, el Tatengue perdió efectividad, confianza y claridad.
La gran noticia para Madelón es que cuenta con un Lucas Gamba encendido. El delantero mendocino atraviesa su mejor momento desde que volvió al club: marcó cuatro de los últimos seis goles de Unión, suma aportes clave en Copa Argentina, Sudamericana y Liga Profesional, y se convirtió, a base de rendimiento, en el líder ofensivo del equipo. Es, hoy por hoy, el faro en un frente de ataque que no termina de carburar.
Otro punto alto, aunque más esporádico, es Diego Armando Díaz. El juvenil cada vez que ingresa aporta algo distinto: gol ante Banfield, otro ante Cruzeiro, peligro constante y conexión con la gente. Es uno de esos jugadores que, sin tener todavía regularidad, se las arregla para dejar su marca cada vez que pisa el campo.
Pero a partir de ahí, el panorama se vuelve complejo. Marcelo Estigarribia, uno de los nombres más importantes del ciclo anterior, atraviesa un momento preocupante: apenas dos goles (ante Colegiales y Banfield), un nivel bajísimo y una inexplicable falta de puntería, incluso en situaciones claras. Se lo nota sin confianza, como si el arco se achicara cada vez más.
Otro que sigue en deuda es Jerónimo Dómina. El joven delantero, de quien se espera muchísimo por condiciones naturales, no logra dar el salto definitivo. Se le siguen dando oportunidades, pero no las aprovecha. Entra en la rotación, recibe respaldo, pero su influencia en los partidos es cada vez más difusa. El potencial está, pero el clic no llega.
A esto se suma el caso de Agustín Colazo, que llegó con expectativas altas y una inversión considerable. Si bien tuvo bastante rodaje al principio, su rendimiento no estuvo a la altura de un equipo de Primera División. No convirtió, no desequilibró, y su aporte se fue diluyendo. Madelón fue claro tras el empate ante Belgrano: “tenemos que recuperar a todos, y va a llevar trabajo”.
En tanto que un párrafo aparte merece el ecuatorino José Enrique Angulo, quien jugó en el primer partido ante Estudiantes, lo operaron de la rodilla, volvió a sumar minutos ante Barracas Central donde desaprovechó una gran chance para convertir, y ante Belgrano estuvo en el banco pero no ingresó.
El desafío para el DT es claro: revitalizar a un grupo de delanteros golpeado, en lo anímico y en lo futbolístico. Porque si bien Unión ha mostrado carácter y solidez por momentos, la falta de gol sigue siendo un problema. La dependencia de Gamba es evidente, y si Unión quiere pelear cosas importantes, necesitará que el resto del ataque despierte.
Madelón ya demostró que sabe reinventar equipos. Ahora tiene la tarea de hacer algo aún más complejo: recuperar la confianza perdida de sus propios artilleros. El futuro de Unión dependerá, en buena parte, de que logre ese objetivo.