Durante décadas se creyó que el bostezo servía para oxigenar la sangre, pero la ciencia acaba de darle un giro inesperado a esta teoría. Un nuevo estudio demostró que el cerebro tiene otras necesidades cuando el cuerpo bosteza: quiere bajar su temperatura para mantenerse alerta.
La investigación fue liderada por el psicólogo Andrew Gallup, de la Universidad Estatal de Nueva York. Tras años de observación y ensayos, concluyó que el bostezo es un mecanismo de enfriamiento cerebral, un gesto reflejo que actúa como una especie de ventilador interno. “Así como un motor necesita evitar el recalentamiento, el cerebro también”, explicó el especialista.
Lejos de limitarse al cansancio, los bostezos pueden aparecer ante el aburrimiento, la ansiedad o incluso de forma contagiosa. Pero más allá del contexto, la causa fisiológica sería la misma: reducir la temperatura del cerebro para evitar el letargo.
Este hallazgo deja atrás la vieja hipótesis de que bostezar sirve para oxigenar. Ya en 1987, una investigación de la Universidad de Maryland había puesto en duda esa explicación, al no hallar evidencia concluyente de que ingresara más oxígeno durante el bostezo.
En definitiva, cuando bostezamos no estamos “tomando aire”, sino que nuestro cerebro nos está pidiendo enfriarse para seguir funcionando correctamente. Un gesto tan antiguo como la humanidad, que ahora tiene una explicación tan simple como fascinante.