Deslizar por redes sociales durante la noche, ver fotos de amigos en una fiesta o de compañeros de trabajo viajando, puede detonar una sensación inesperada de angustia. ¿Por qué no estoy ahí? ¿Por qué no me invitaron? Esta incomodidad emocional tiene nombre: FOMO, por sus siglas en inglés, Fear of Missing Out (miedo a perderse algo).
Según explica la psicóloga clínica Amy Sullivan, de Cleveland Clinic, el FOMO “se refiere a la sensación o percepción de que otras personas se divierten, experimentan cosas nuevas o viven una vida mejor que tú”. Aunque no es un fenómeno nuevo —fue estudiado por primera vez en los años noventa en contextos sociales—, se intensificó con el uso masivo de redes sociales, que nos exponen todo el tiempo a las experiencias ajenas.
Hoy, esta forma de ansiedad puede dispararse por una publicación viral, una reunión social o incluso una oportunidad profesional compartida en línea. “Tenemos acceso a todo las 24 horas del día, los siete días de la semana, y la mayoría de la gente usa múltiples plataformas. Por eso sienten que se están perdiendo algo o que no están haciendo lo suficiente para alcanzar su máximo potencial”, agregó Sullivan.
Cómo impacta en la salud
El FOMO puede provocar síntomas similares a los de la ansiedad: palpitaciones, tensión estomacal, dolores musculares, cefaleas, insomnio y angustia emocional. Además, investigaciones recientes destacan que también afecta el descanso, la alimentación y favorece el sedentarismo.
Un artículo publicado en el World Journal of Clinical Cases advierte que el FOMO está compuesto por dos procesos: primero, la percepción de estar perdiéndose una experiencia valiosa; y luego, una compulsión por mantenerse conectado a las redes para no quedar fuera.
Esa conexión constante puede llevar a comparaciones destructivas, baja autoestima y desconexión de la vida real. “Los sentimientos de envidia y exclusión social se relacionan con malos hábitos alimentarios”, señala el estudio, que también vincula el fenómeno con el aumento de la obesidad en adultos jóvenes.
Qué hacer para manejar el FOMO
Para enfrentar esta sensación, los especialistas proponen revisar el uso de redes y reforzar los vínculos reales. “Lo que tenemos que hacer es establecer límites apropiados y hacer una evaluación basada en valores de nuestros objetivos y de lo que nos ayuda a alcanzarlos, incluido nuestro uso de las redes sociales”, recomienda Sullivan.
Algunas estrategias prácticas son:
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Poner límites al uso de redes: cuando aparecen síntomas físicos o emocionales, es momento de hacer una pausa.
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Fomentar actividades presenciales: pasar tiempo con amigos y familia cara a cara, sin pantallas.
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Disfrutar sin registrar todo: una caminata sin necesidad de sacar fotos puede ayudar a reconectar con el presente.
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Aprender a decir que no: no todas las invitaciones ni tendencias son prioritarias.
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Buscar ayuda profesional: la terapia cognitivo-conductual y la terapia interpersonal son herramientas útiles para trabajar estas emociones.
“El FOMO se combate no con más conexiones virtuales, sino con vínculos reales, autoconocimiento y bienestar emocional”, concluye Sullivan.