Entre el grupo de la familia, el del trabajo, el del gimnasio, los amigos del colegio, el chat del cumpleaños y el de las compras… los grupos de WhatsApp se multiplican y, a veces, pueden volverse una fuente de ruido mental constante.
Si sentís que te estresa abrir la aplicación, que no llegás a leer todo y que te cuesta cortar con la sensación de “estar disponible”, es momento de revisar cómo te estás relacionando con esta herramienta.
Claves para descomprimir:
Silenciá sin culpa: no es necesario salir de todos los grupos, pero sí podés silenciarlos (por un año si hace falta) y entrar solo cuando tengas ganas.
Desactivá la vista previa de mensajes: así evitás interrupciones visuales constantes en la pantalla.
Poné horarios para revisar los chats: por ejemplo, una vez al mediodía y otra a la tarde. Eso te permite cortar con la revisión automática cada cinco minutos.
Salí de los grupos que ya no usás: una limpieza digital siempre suma.
Respondé cuando puedas, no cuando llega el mensaje: recordá que la inmediatez no siempre es necesaria.
¿Lo más importante? Priorizar tu bienestar mental. No estás obligado a estar al tanto de todo todo el tiempo. Elegir desconectar también es cuidarte.