La música ciudadana está de luto. Este jueves se confirmó el fallecimiento de Osvaldo Piro, uno de los grandes referentes del tango argentino. El legendario bandoneonista murió a los 88 años en la ciudad cordobesa de La Falda, donde residía desde hacía un tiempo. La noticia fue confirmada por la Academia Nacional del Tango, de la que era miembro.
Formado bajo la influencia de Cátulo Castillo y Aníbal Troilo, Piro dejó una huella profunda en el mundo del tango y en la música popular argentina. Su carrera se extendió por más de 70 años, con presentaciones en los escenarios más importantes del país y del exterior, además de composiciones para cine, teatro y televisión.
Nacido el 1 de enero de 1937 en el barrio porteño de La Paternal, Piro comenzó a estudiar bandoneón a los 10 años con Félix Cordisco, y más tarde se perfeccionó con Domingo Mattio, integrante de la orquesta de Troilo. También estudió armonía y filosofía de la música con destacados maestros como Pedro Rubione y Juan Francisco Giacobbe.
A los 15 años inició su carrera profesional con la orquesta de Ricardo Pedevilla y al año siguiente se unió a la de Alfredo Gobbi, donde compartió escenario con los cantantes Jorge Maciel y Carlos Almada. A mediados de los años ’60, fundó su propia orquesta con un estilo propio e inconfundible.
Su debut con ese nuevo proyecto fue en Patio de Tango, y entre el público se encontraba nada menos que Aníbal Troilo, quien lo adoptó como ahijado artístico y le legó su bandoneón. En ese mismo año, 1965, Piro editó su primer disco, con recomendación del mismísimo Pichuco.
Además de su vida artística, Piro construyó una familia muy ligada a la música. Estuvo casado con la cantante Susana Rinaldi, con quien tuvo dos hijos: Alfredo y Ligia, ambos cantantes. También fue padre de Martín, fruto de su relación con María José Mentana, y de Lara, reconocida abogada.