Entre 2008 y 2013, Elina Berglund trabajó junto a los cientos de físicos que buscaban el bosón de Higgs en el CERN, el laboratorio europeo de investigación nuclear en Ginebra (Suiza). Esta física sueca dedicó entonces sus esfuerzos a dar sentido a la ingente cantidad de datos que producía el LHC, el mayor acelerador de partículas del mundo. Hace tres años, la captura del higgs fue premiada con el Nobel de Física y Berglund dejó de aplicarse en el conocimiento puro de la materia subatómica para dedicarse a algo mucho más concreto: crear una herramienta para que las mujeres puedan decidir cuándo quedarse embarazadas.
Con este objetivo, Berglund creó un algoritmo que, a partir de la temperatura corporal, permite calcular en qué momento del ciclo menstrual se encuentra la usuaria y estimar así si se encuentra en un día fértil o no. La investigadora cuenta que produjo ese algoritmo para su uso personal, porque quería dejar de tomar píldoras anticonceptivas. Sin embargo, el resultado de ese trabajo, que comenzó cuando aún estaba en el CERN, le ha llevado a crear una aplicación y una empresa que ha bautizado como Natural Cycles y ya está empezando a producir importantes ingresos. Según explicaba en un artículo reciente la revista Wired, la aplicación ya cuenta con más de 100.000 usuarios que pagan (dependiendo de ofertas) entre 5,4 y 8,9 euros al mes, y ha conseguido reunir seis millones de euros en fondos para su desarrollo.
El aumento de temperatura se lleva utilizando para conocer los días fértiles desde la década de 1950
Según Natural Cycles, la fiabilidad de su método es similar al de la píldora anticonceptiva. Esta afirmación parte de un estudio que se publicó en marzo en la revista The European Journal of Contraception and Reproductive Healthcare. En él, observaron cuántos embarazos se produjeron en un año entre 4.054 usuarias suecas de la aplicación de entre 20 y 35 años. Los resultados indican que, si se utiliza correctamente siempre, cinco mujeres de cada mil tendrían un embarazo no deseado y, con el uso típico, con olvidos o malos usos, se producirían siete embarazos no deseados por cada cien. La píldora fallaría para tres de cada mil mujeres bien usada, pero con un uso típico llegaría a nueve de cada cien.
Para Juan Antonio García Velasco, director del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) de Madrid, esta aplicación es una más entre otras alternativas similares a los anticonceptivos hormonales. “En un congreso reciente al que asistí, un ingeniero presentaba una banda vinculada con un reloj inteligente que medía el cambio de temperatura que se produce cuando se incrementan los niveles de progesterona en el ciclo ovulatorio”, explica. Ese aumento de temperatura se lleva utilizando para conocer los días fértiles desde la década de 1950. “Entonces era más rudimentario, se pedía a las mujeres que midiesen la temperatura a primera hora, se iba a anotando y se hacía una gráfica, pero el principio era el mismo”, continúa.
“El problema de estos sistemas, por muy bueno que sea el algoritmo, es que nuestra fisiología es imprecisa y eso hace que el método sea imperfecto”, añade García Velasco. “La ovulación está expuesta a muchas cosas, no solo a que la mujer tenga un ciclo regular. Por mucho algoritmo que tengas, hay algo que no puedes controlar, que es el ciclo ovulatorio de la paciente. Un ciclo menstrual puede durar 26 días o 30 o 16 y ser un ciclo normal. El estrés de una chica en exámenes puede hacer que no ovule, y coger un virus puede incrementar tu temperatura”, apunta. “La píldora falla, pero porque se olvida. Además, las píldoras clásicas se van sustituyendo por parches o por el anillo vaginal, que no se tienen que recordar todos los días y reducen el margen de error”, afirma. No obstante, considera que un método como el de Natural Cycles es interesante porque “todo lo que sea no invasivo y no hormonal, es mejor”, pero no aconsejaría que toda la planificación familiar pivotase sobre este método.
Respecto al estudio que le sirve a Natural Cycles para afirmar que su método es igual de eficaz que la píldora, un análisis realizado por Bazian, una compañía especializada en la evaluación de evidencias clínicas, plantea algunas dudas. El estudio es un análisis retrospectivo de los datos. Esto significa que la información no se había recogido con la intención de realizar el análisis que luego se hizo, y eso puede hacer que la interpretación sea imprecisa. Además, plantean que sería necesario un ensayo aleatorizado, mejor diseñado, que comparase la efectividad de la aplicación con la de otros anticonceptivos para poder afirmar que puede sustituir a la píldora.
Por su parte, José Ramón Serrano, presidente de la Sociedad Española de Contracepción (SEC), considera que "los resultados son buenos para un método basado en los días fértiles, para un uso perfecto tiene un índice de Pearl alto". Sin embargo, puntualiza que "en uso ordinario no está comprobado, por lo tanto no es equiparable al uso de la píldora". Y concluye: "Estos métodos son poco eficaces. Un uso consistente y adecuado los hace más fiables, pero no pueden compararse con métodos más eficaces como los hormonales o los DIUs".