El arte que condensa la interpretación de Liliana Herrero asumirá el domingo el formato virtual de un recital que, bajo el título de "Falso Brillante", supone para la cantante "expresar el deseo de que todo lo disperso se reúna y aunque el streaming permite esa ilusión, lo cierto es que no hay reunión ahí".
"El streaming consiste en la dispersión. Los músicos solos en un lugar y el público en otro lado, dispersos y en otro tiempo. Se juntan muchas presencias pero en lugares y en tiempos diferentes", reflexiona Herrero durante una entrevista con Télam.
Dueña de un fecundo e inspirador camino en la música popular a la que desde mediados de los 80 legó 14 discos y un par de placas junto al guitarrista Juan Falú, Liliana es una voz fundamental de una memoria cultural y política capaz de inaugurar nuevas posibilidades expresivas en las que no inscribe la experiencia del streaming que podrá verse el domingo desde las 20 por medio de www.ticketek.com.ar.
Pero aun con todas esas reservas, la artista entrerriana, de 70 años, registró días atrás una actuación compartida con Pedro Rossi (guitarra) y Ariel Naón (contrabajo) que recorrerá su amplio repertorio y sumará, además, dos invitados a distancia: el rosarino Fito Páez, a quien Liliana tributó en su más reciente álbum "Canción sobre canción" (2019), y la brasileña María Gadú.
Télam: ¿Cómo aparecieron esas sorpresivas visitas de lujo en "Falso Brillante"?
Liliana Herrero: Pensaba hacer un concierto con muchos invitados y desistí porque quiero romper el cuadradito y decidí que hubiera solo dos, pero ambos a pantalla completa y cada uno haciendo un tema que quisieran cantarme a mí. Fue interesante lo que pasó porque ambos hicieron algo distinto a partir de temas que yo canto. Fito hizo una recreación de "Canto al río Uruguay", clásico de Ramón Ayala que él mismo grabó para mi primer disco de 1987, y Gadú se tomó un trabajo mayor aún e hizo el arreglo que yo hago de "El tiempo está después", de Fernando Cabrera.
T: ¿Cómo aparece la idea de "Falso Brillante" para denominar este concierto?
LH: En el título también hay un guiño a Elis Regina, porque en 1976 hizo un disco que fue considerado muy importante que incluía esa expresión en la canción de apertura "Como nossos pais", de Antonio Carlos Belchior, donde la protagonista de la canción descubre un anillo trucado en su compañero de baile. Por otro lado, a la transmisión la abro con un texto muy hermoso de un poeta francés, Rene Char, que fue un militante de la guerrilla que combatía a la invasión nazi y que dice "somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con ese llamado con su grito de amor toda la fatalidad del universo". Esa idea de "nos llamamos sin vernos" me lleva a pensar que este streaming debió haberse llamado "croac" (risas).
Herrero reflexionó sobre la pandemia y el modo de comunicar.
T: ¿Qué podés adelantar del criterio que usaste para el repertorio escogido?
LH: Que abrí con "Aguafuerte", de Teresa Parodi y Elvio Romero, luego hice un recorrido de temas que canto habitualmente y culminé con "Confesión del viento", de Juan Falú y Roberto Yacomuzzi, para que al nombrar a Teresa y a Juan haga referencia a dos nombres fundamentales de la música argentina.
T: ¿De qué manera percibís que pudiste tratar de entablar la comunicación que forma parte de tus actuaciones en vivo?
LH: Estuve ante tres lentes de cámara y desde ya te digo que no actué del mismo modo que en un vivo y no sé si esa gestualidad pude sostenerla porque siento que es algo que yo construyo con la respiración y la emoción del otro en mis oídos.
T: ¿Evaluaste suplir esas ausencias desde la puesta?
LH: Me esforcé en hacer una escenografía con una luz blanca casi enceguecedora, una cosa completamente fría para señalar aquello que yo pienso que es el streaming y espero no hacerlo más.
T: ¿Es tu manera de resistir a la virtualidad?
LH: Tenemos que saber que se trata de un "Falso Brillante", porque si no sustituiríamos rápidamente la virtualidad por el encuentro y uno habla e intenta perforar eso, pero aun perforándolo no se recuperan los cuerpos. Tengo un rechazo grande por esa expresión "mundo virtual", porque donde hay mundo no hay virtualidad, sino que concentra todo lo demás y aunque el mundo no nos guste y haya producido esta locura, esa es otra cuestión. Reducir la virtualidad a la utilidad me parece equivocado. La virtualidad es un recorte de lo real, nunca sustituirá el mundo.
T: ¿Y en cuanto a la experiencia formal del registro en este contexto de pandemia?
LH: Tuvimos inconvenientes serios. Lo hicimos en Oeste Usina Cultural, una de las tantas salas independientes de la ciudad, y llegaron inspectores que nos enloquecieron durante tres horas en una actitud que es la contracara necesaria de esas enloquecidas manifestaciones de los anti-cuarentena. Es la banalidad del mal.
T: Al margen del streaming, cómo atravesás este tiempo?
LH: Es triste no tocar, no dar conciertos y haber perdido la calle, porque somos muchos más que estos delirantes anti-cuarentenas que encarnan una acción absolutamente destituyente con la anuencia de la oposición y los medios que actúan de un modo abominable.