Ya sea a través de innovaciones incorporadas para mejorar el juego o para demostrar el desarrollo científico y técnico del país organizador, los grandes eventos deportivos planetarios, como los Juegos Olímpicos o el Mundial de Fútbol, son una vidriera donde se exhiben los últimos progresos tecnológicos. Y naturalmente, Qatar 2022 no iba a ser la excepción.
El protagonista principal de este torneo es la pelota, y salvo su esfericidad, muchas cosas cambiaron desde aquel rústico balón de tiento del mundial de 1930 que se volvía cada vez más pesado a medida que absorbía la humedad del terreno. La nueva Al Rihla, la pelota oficial de este torneo, incorpora por primera vez un chip en su interior que proporciona información en tiempo real del punto de impacto a los video referís con una exactitud asombrosa.
Este microprocesador trabaja en combinación con una docena de cámaras de seguimiento instaladas bajo el techo del estadio que siguen tanto al balón como a los jugadores. El sistema recopila datos datos de 29 puntos del cuerpo de los futbolistas unas 50 veces por segundo, enviando una alerta al operador de video cuando detecta un fuera de juego.
Con esta asistencia, el VAR validará el punto de salida de la pelota y la línea de offside en solo unos segundos, comunicándolo inmediatamente al árbitro dentro del campo de juego. A continuación, una animación 3D con la posición de las extremidades de los jugadores involucrados en la jugada será reproducida en la pantalla del estadio y en la transmisión televisiva, para despejar con pruebas visuales cualquier duda que pueda plantearse.
Kinexon, la empresa alemana que provee el chip que equipa a la Al Rihla, también suministra unos sensores que los jugadores llevan bajo la camiseta. Estos pequeños dispositivos de apenas 14 gramos de peso, determinan en tiempo real el movimiento y la posición de los atletas en el campo de juego con una precisión menor a 10 centímetros, registrando cambios de dirección, aceleración, velocidades máximas de los sprints, altura de los saltos y consumo metabólico.
Todos estos datos individuales pueden ser analizados por el jugador y el cuerpo técnico a través de la aplicación FIFA Player después de cada partido. Esta app no solo recopila la información recolectada por el chip que lleva cada jugador, también recoge parámetros de datos futbolísticos calculados por un equipo de analistas de la FIFA y de un sistema de cámaras colocadas alrededor del terreno de juego. Todos estos datos se sincronizan con imágenes del partido, de manera que los deportistas pueden ver desde diferentes ángulos de cámara y con máximo detalle momentos clave de su desempeño.
Todo lo que suceda por fuera de las líneas de banda y de meta también estará dominado por la tecnología. Se espera que más de 1,2 millones de fans del fútbol visiten Qatar durante esta Copa del Mundo, y para controlarlos el país creó un hub tecnológico que utiliza inteligencia artificial para vigilar a los espectadores y predecir la aglomeración de público en horarios y sectores específicos.
Un sistema de 22.000 cámaras de seguridad distribuidas en los ocho estadios mundialistas y sus alrededores enviarán constantemente imágenes a un Centro de Comando y Control ubicado en Aspire Zone, un complejo deportivo de 250 hectáreas en el distrito de Baaya, Doha. Allí, más de 100 técnicos trabajarán las veinticuatro horas monitoreando el comportamiento de los asistentes en cada una de las sedes y operando remotamente las puertas de acceso a los estadios.
Los encargados de la seguridad podrán pasar de un estadio a otro tan solo con un click, en un nuevo concepto tecnológico llamado Estadio Conectado. Se trata de una plataforma centralizada de información y comunicaciones permite gestionar las instalaciones, seguridad, servicios de emergencia y operaciones desde un único Centro de Control. Allí también habrá expertos en ciberseguridad y antiterrorismo, atentos a las 15.000 cámaras de reconocimiento facial instaladas en los estadios.
La inteligencia artificial ayudará a predecir variaciones en el flujo de público a partir de las entradas vendidas, puntos de ingreso y horario de los encuentros. Esto permitirá manejar el caudal de visitantes para impedir la formación de cuellos de botella que puedan transformarse en escenarios potencialmente complejos, como sucedió en mayo de este año en la final de la Champions League en el Stade de France, en París.
Desde el mismo Centro de Control también se maneja la climatización de los estadios. Una serie de sensores gestionan una sofisticada tecnología que combina materiales aislantes y refrigeración dirigida, manteniendo las butacas y campo de juego a una temperatura constante entre 18°C y 24°C, ya sea al sol o a la sombra. El aire caliente es aspirado mediante una técnica de circulación de aire, limpiado por agua, filtrado, vuelto a enfriar e inyectado nuevamente dentro del estadio. El sistema es tan eficiente que recomiendan a los concurrentes llevar un abrigo liviano.
El único de los ocho estadios que no incorpora este sorprendente equipo de enfriamiento es el Estadio 974, que gracias a su innovador diseño y ubicación costera se ventila de forma natural con la brisa marina proveniente del golfo Pérsico. Esta sede es muy particular, ya que será desmontada una vez terminado el torneo. De construcción modular, incorpora 974 contenedores reciclados que forman parte de la estructura y albergan baños y diferentes servicios concesionados. El número 974 también hace referencia al código telefónico internacional para Qatar.
Un elemento que generó alerta entre los especialistas en seguridad fue la obligatoriedad para los asistentes de instalar dos aplicaciones móviles: Ehteraz, enfocada al rastreo del Covid-19 y Hayya, para poder entrar en los estadios y utilizar gratuitamente el transporte público de Qatar.
El reclamo público de autoridades francesas, noruegas y alemanas finalmente hizo desistir al gobierno Qatarí de la obligatoriedad de la instalación de Ehteraz, aunque en caso de necesitar utilizar los servicios de salud será necesario descargarla. Evidentemente, entre los varios colectivos que no tienen parada en Qatar, se encuentra el del derecho a la privacidad.
Al mismo tiempo, el Emirato organizador del Mundial parece querer facilitarle la estadía a los visitantes no solo mediante el uso del transporte público gratuito, sino también con una innovadora tecnología de orientación y navegación. Con la aplicación NavBuddy los asistentes son guiados dentro de los enormes estadios para encontrar los asientos con facilidad, al igual que la ubicación de los sanitarios y puestos de comida. Además ayuda a evitar zonas repletas de gente en los accesos al estadio e indica a los usuarios la puerta de ingreso más cercana respecto a sus butacas con una precisión de un metro.
Qatar no es un país de tradición futbolística. Tal vez por eso en esta Copa del Mundo busca sorprender con una singular actitud de nuevo rico, conjugando arquitectura futurista, opulencia y un extenso despliegue tecnológico que llega hasta el corazón mismo del fútbol: la pelota.