La educación argentina de cara al 2023 enfrenta problemas de diversos orden que rebasan significativamente el currículum escolar. En primer lugar, el acelerado avance del daño ambiental es un tema que convoca al trabajo educativo tanto en el sistema de educación formal como respecto a la sociedad en su conjunto. No se trata de agregar una materia al plan de estudios, o de usar el ambientalismo como contenido publicitario sino de abordarlo como el marco de todas las enseñanzas, en todas las instituciones y situaciones.
De la cuestión ambiental se derivan conocimientos científicos, sociales, económicos, políticos, que se relacionan con la posibilidad de sobrevivencia o las condiciones de vida de las nuevas generaciones, muchos de cuyos integrantes hoy están transitando la educación formal, pero serán quienes deban tomar decisiones en momentos probablemente difíciles para la tierra y sus habitantes.
El avance de la globalización, la dependencia argentina del poder financiero internacional y las consecuencias mundiales de la guerra, vuelven indispensable que la educación proporcione elementos históricos, geopolíticos y económicos al conjunto de la población que ensanchen los puntos de vista y ayuden a una mejor comprensión. El uso de las nuevas tecnologías en todas las esferas de la vida pública y privada se ha profundizado durante la pandemia, pero demanda programas que ayuden a la sistematización de los saberes adquiridos, así como a su adquisición por parte de los sectores con menor acceso socioeconómico o pertenecientes a franjas etarias educadas antes de la revolución tecnológica.
Es un deber del Estado garantizar a todos la posibilidad de adquirir los saberes necesarios para el acceso a las redes, a los programas educativos y culturales y a los trámites digitalizados. Son actividades ligadas a la independencia y dignidad de las personas, sea cual fuere su edad y nivel social.
El próximo año deberá continuarse la construcción y reparación de los edificios escolares, en particular en el nivel inicial. La Educación Sexual Integral debe llegar a todas las jurisdicciones y establecimientos educativos públicos y privados.
En cuanto a los cambios que requiere el secundario, la discusión debe ordenarse y desembocar en medidas decisivas que hagan realidad el trabajo interdisciplinario, por programas, en equipo; que superen la evaluación como castigo, habilitando medidas destinadas a retener, estimular y enseñar a los alumnos.
La formación y la educación permanente de los docentes debe ser una prioridad, que contenga los objetivos antes enunciados. La sociedad debe comprender que en la época de la inteligencia artificial, la educación sigue conteniendo el elemento humano y que la dirección que tome el futuro está profundamente ligada al trabajo de los educadores. Deberá reafirmarse a la educación superior como un derecho universal y un bien social, acelerar la vinculación entre universidades y carreras públicas y sus mecanismos de acreditación de los saberes adquiridos.