Hoy en día, gracias a las redes sociales y a las plataformas de mensajería, hay miles de videos virales circulando por internet. Pero hace casi dos décadas, hubo uno que significó un antes y un después (ver el video arriba). Fue el primero que arruinó la vida del protagonista. Y ahora se cumplieron dos décadas.
El 2 de noviembre del año 2002, un chico canadiense llamado Ghyslain Raza se grabó a sí mismo realizando una coreografía de lucha inspirada en Star Wars en su instituto. Olvidó en el centro la cinta donde lo había grabado y dos compañeros se hicieron con ella.
El 14 de abril de 2003 fue publicado en la plataforma de descarga de archivos Kazaa.
El 22 de abril de 2003, un desarrollador de videojuegos llamado Bryan Dube publicó en su blog una versión del video, en la que sustituía el palo por un sable láser.
Casi mil millones de reproducciones
El 29 de abril de aquel año, el bloguero Andy Baio compartió el archivo en waxy.org con el título Star Wars Kid, y fue entonces cuando el video empezó a correr como la pólvora, tanto el original como diferentes versiones del mismo. Se cree que el video fue visto 900 millones de veces.
Pero Ghyslain Raza no estaba nada satisfecho con su fama. El joven recibió todo tipo de burlas y bromas, sobre todo por su sobrepeso. Arrepentido, Andy Baio organizó una colecta para regalarle a Raza un iPod y una tarjeta regalo de Amazon. Pero no fue suficiente.
"Por muy agradable que sea tener un iPod, habría preferido que el video, que no tenía la intención de que nadie viera, hubiera permanecido privado", dijo Raza al The New York Times.
"Se reían de mí"
"La gente se reía de mí. Y no fue nada divertido", dijo. Los padres del chico interpusieron una demanda por acoso de 250.000 dólares contra las familias de sus compañeros de escuela, alegando que su hijo había sufrido daños emocionales y psicológicos.
Las cosas cambiaron desde entonces. Raza es ahora abogado y es presidente de Patrimoine Trois-Rivières, una sociedad dedicada a la conservación de su ciudad natal, Trois-Rivières, en la región canadiense del Québec.
Recuerda aquella época así: "Un periodo muy oscuro. No importa cuánto traté de ignorar a las personas que me decían que me suicidara, no pude evitar sentirme inútil, como si mi vida no valiera la pena".
El joven tuvo que dejar el instituto y acabó internado en un psiquiátrico. Con el tiempo, lo superó. "Sobrevivirás. Lo superarás. Y no estás solo. Estás rodeado de personas que te quieren", dice ahora como consejo a jóvenes que sufren acoso.