El mundillo de los videojuegos argentinos tiene un nuevo exponente, que aún está en desarrollo y se prepara para llegar a los celulares. Cebador es un título encantador que combina color local, humor y entretenimiento, partiendo de una premisa un tanto alocada: para ganar hay que cebarle unos buenos matecitos a dios. A la espera del lanzamiento, TN Tecno probó la versión preliminar y conversó con los desarrolladores para conocer el detrás de escena de un título que debutará en dispositivos con Android.
Así es Cebador, el juego en el que hay que preparar un mate “nivel dios”
Los integrantes de Cebatorio Estudio nos permitieron echar mano a una beta cerrada, para conocer de qué va la propuesta. El juego arranca con una breve y divertida cinemática que revela las señas del título: estética propia de las entregas en 8-bits, referencias a paisajes argentinos y alta dosis de humor.
La introducción muestra la desdicha del protagonista, que en el centro porteño sale de una cafetería y es arrollado por un colectivo. Cuando llega al cielo, lo espera una sorpresa: es recibido por una versión gaucha de Dios, que para ingresar le pide un rico mate. Hay un problema: el muchacho conoce poco acerca de esta infusión y asegura que en vida solo ha tomado lattes macchiatos. Para remediar esta falta, la divinidad lo conduce al denominado “cebatorio”, una especie de limbo en el que deberá aprender los secretos de la preparación del mate.
Nada de matar zombis o comer hongos en niveles que avanzan a pura velocidad. En esta aventura bien argenta, los desafíos consisten en verter la cantidad suficiente de agua, a la temperatura justa, agregar azúcar o hierbas, según las preferencias de cada integrante en la ronda de mate, en una carrera contrarreloj. Este imaginario salió de las cabezas de Diego Azario (32) y Mariano “Nano” Bevacqua (33), que se conocieron jugando al World of Warcraft.
“Queríamos hacer algo nuestro, que nos represente”
En diálogo con TN Tecno, la dupla detrás de Cebador cuenta que cuando se juntaron con la idea de crear un juego se propusieron abordar el impulso sin bajarse a mitad de camino. “Hace tiempo coqueteábamos con la idea, haciendo pruebas, estudiando y hablando de diseño de juegos. En una juntada nos planteamos encarar esto, aplicando todo lo que sabíamos y con la premisa de terminarlo sí o sí. Es muy común dejar los proyectos por la mitad”, comenta Azario.
- ¿Cómo surgió la idea de incluir el mate en el juego?
- Una vez que nos planteamos empezar y terminar, nos pusimos a pensar qué tipo de juego podíamos hacer. Qué nos gusta, cuáles son nuestras habilidades. Ahí le fuimos dando forma a esta idea de que sea mobile, que sea pixelart, que sea dinámico y casual. Después entró la temática. Teníamos claro que queríamos hacer algo nuestro, que nos represente. Subiéndonos un poco a la ola de juegos argentinos que reflejan nuestra identidad cultural empezamos a tirar ideas, y cuando salió la del mate no hubo dudas que era por ahí, ese sería el momento eureka. Nos dimos cuenta de que la idea tenía gancho, que nos interpelaba y nos divertía.
- ¿Y cómo apareció esta versión de dios bien gaucha?
- La entrada del Dios del Mate fue una consecuencia de querer hacer un juego divertido. Necesitábamos un desafío alrededor del mate, porque usualmente es un ritual tranquilo, de disfrute. No suele ser algo desafiante. Decidimos que tenía que haber una justificación para que se convierta en una carrera contra el tiempo, en una especie de competencia por cebar mates. De las diferentes ideas que podían justificar esto, la del Cebatorio nos cerró por todos lados, tal vez ese sea nuestro segundo momento eureka, las cosas estaban encajando.
- Durante el desarrollo de la idea, ¿encontraron otros juegos en los que aparezca el mate?
- Cuando decidimos hacer un juego de mate, lo primero fue ver que encontrábamos en el mercado. Conocemos diferentes juegos que tienen al mate como un elemento más, pero ninguno que lo tenga como protagonista. Lo único que encontramos fue un juego extranjero en el que hay que administrar una tienda de yerba, que no tenía nada, pero nada del mate en serio. Así que dijimos “ok, tenemos este espacio libre, ocupémoslo.”