Nuestro estado de ánimo también se refleja en la piel, que acusa de forma especial los malos momentos. Esto ocurre a través de lo que se conoce como eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, que se activa durante las situaciones de estrés o ansiedad.
Este sistema genera cambios biológicos que afectan directamente la función y apariencia de la piel, como:
Hormonas del estrés: el cortisol aumenta la producción de sebo, favoreciendo el acné y empeorando otras afecciones cutáneas.
Inflamación: las citoquinas proinflamatorias liberadas por el sistema inmunológico afectan a enfermedades como psoriasis, dermatitis y rosácea.
Flujo sanguíneo alterado: la redistribución de nutrientes hacia los músculos prioritarios durante situaciones de estrés deja la piel menos nutrida, deshidratada y propensa a la flacidez.
Disfunción inmunológica: el estrés puede debilitar las defensas cutáneas, favoreciendo infecciones virales (herpes), bacterianas (foliculitis) y fúngicas (hongos).
Las emociones intensas pueden agravar o desencadenar diversas afecciones cutáneas debido a la interacción entre el sistema nervioso, endocrino e inmunológico, generando:
Acné: aumento del cortisol y del sebo, favoreciendo granos y puntos negros.
Urticaria: liberación de histamina, que causa ronchas y picor.
Eccema y psoriasis: brotes agravados por inflamación y desregulación del sistema inmune.
Alopecia: caída temporal del cabello durante periodos de estrés.
Dermatitis seborreica: proliferación de levaduras debido al desequilibrio del microbioma.
El estrés también provoca deshidratación, flacidez y debilita la barrera cutánea hidrolipídica, haciéndola más susceptible a infecciones.
En quienes padecen psoriasis, rosácea, dermatitis seborreica u otras enfermedades dermatológicas se comprobó la existencia de una relación estrecha entre el estrés y el agravamiento. Los mecanismos principales incluyen:
– Alteración del sistema inmunológico: se incrementa la liberación de citoquinas inflamatorias, que agrava la inflamación cutánea.
– Desequilibrio del microbioma: los microorganismos presentes en la piel pueden proliferar de forma descontrolada, empeorando condiciones como la dermatitis seborreica.
– Corticotropina: esta hormona inducida por el estrés estimula las glándulas sebáceas, aumentando la secreción de sebo hasta en un 60%, lo que favorece el acné.
En las enfermedades citadas, el estrés provoca la aparición de brotes y dificulta su resolución, prolongando el tiempo de recuperación
Un tratamiento integral que combine manejo psicológico y dermatológico es clave para mejorar la salud mental y la cutánea.