Con la muerte del papa Francisco, se conocieron detalles sobre los pedidos del primer pontífice latinoamericano al momento de su deceso: dejar el mundo con la misma sobriedad con la que vivió.
Esta decisión sorprendió al momento de conocerse, ya que rompe con una tradición de funerales papales enmarcados en la pomposidad. Francisco, sin embargo, prefirió eliminar símbolos clásicos como el báculo papal y dejó fuera la estructura de tres ataúdes (ciprés, plomo y madera dura), reemplazándolos por un único féretro de madera recubierto en zinc. Su cuerpo permanecerá a la vista, pero sin catafalco ni grandes ornamentos. La intención: evitar toda espectacularidad y enfocarse en la espiritualidad del momento.
El féretro tendrá una tapa de vidrio para que la gente pueda verlo pero no tocarlo, durante los tres días que estará expuesto en la Basílica de San Pedro. Luego se esperarán dos días más para las exequias finales. ¿Pero cómo se evitará la descomposición?
Pascual Pimpinella, titular de la cátedra de Medicina Legal de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional del Litoral y exmédico forense del Poder Judicial, explicó en su columna habitual del programa Al derecho y al revés, en LT10, detalles de la técnica que permite la conservación del cuerpo, retrasando los procesos de descomposición.
Se trata de la tanatopraxia, que no es una técnica de momificación, sino que permite que el proceso natural no actúe sobre el cuerpo y se demore entre 7 y 10 días más. Según el especialista, es un procedimiento relativamente simple: primero se higieniza bien el cuerpo para eliminar los microorganismos; luego se utilizan antisépticos como hipoclorito, y se rehidratan los tejidos para que el cadáver se vea como si la muerte se hubiera producido recientemente. A su vez, se aplican tratamientos estéticos como maquillaje, pinturas o resinas para lograr el aspecto final.
En este proceso, se reemplaza toda la sangre del cuerpo por formaldehídos. Por ejemplo, se puede recurrir a la plastinación con polímeros (antes se utilizaba formol, pero fue dejado de lado por su carácter cancerígeno). Se accede a las arterias del cuello, como la carótida, y se reemplaza la sangre por medio de cánulas y bombas.
Este arte, que también es propio del museo de anatomía, se está perdiendo, ya que son pocas las personas que se dedican a realizarlo en nuestro país. En Estados Unidos, por ejemplo, en las casas funerarias, son muchas las personas que optan por este tipo de conservación para sus seres queridos.