Francisco y su legado sigue impactando, y aún más su relación con Santa Fe, donde no solo fue docente en el colegio Inmaculada sino por su relación con Claudio Perusini, el primer milagro de Mama Antula, cuando se recuperó milagrosamente tras haber sufrido un ACV.
Claudio y Francisco se conocieron muchos años antes, cuando este era un joven Jorge Bergoglio, y mantuvieron una amistad a lo largo de todas sus vidas.
“Cuando tenía 17 años se ordenaba un cura en Córdoba, que fue rector del Colegio Inmaculada muchos años. Los profesores de Inmaculada iban a Córdoba para la ordenación y les quedaba un lugar y me invitaron, era ir a la misa y volver. Pero cuando terminó esa misa, un cura le dice a mi tío que no nos vayamos, que nos quedáramos a comer y nos cocinó una tortilla. Ese sacerdote era Jorge Bergoglio” recordó el santafesino en diálogo con LT10.
“Lo conocí a los 17 años y al año siguiente, mi madre estaba esperando su quinto hijo y me dice que iba a tener parto normal, tenía cuarenta y pico de años y me dijo que tenía miedo, y antes del parto quisiera confesarse, pero como conocía a todos los curas le daba vergüenza y que si venía un cura de afuera le avise y justo ese finde venía Jorge Bergoglio” recuerda sobre un nuevo encuentro.
La historia continúa cuando termina la misa y le cuenta a Bergoglio que su mamá se quería confesar: “Se rio, le puso las manos en la panza que la tenía enorme, porque estaba ya de ocho meses y fueron al Patio de los Naranjos y se reían. Al rato volvió mi vieja y me dice: `me va a ir bien en el parto´; y venía convencidísima y se hicieron amigos y fue su confesor toda su vida. Yo sé que él la llamaba por teléfono y a veces se confesaba por teléfono”.
Después, en 2017, Claudio se enferma durante una visita y sufre un ACV que lo deja al borde de la muerte. Con toda la familia congregada en su casa de barrio Guadalupe, “suena el teléfono y atiende mi mujer y le dicen que quiere hablar con Marilú, y mi madre como estaba llorando le dice que no quiere atender y mi mujer le dice: `Pero es el papa´”.
“Mi mamá se secó las lágrimas y agarró el teléfono y lo primero que le dijo es que le acababan de decir que su hijo se moría y Bergoglio le dijo del otro lado que no me iba a morir y la convenció. Le dijo que prendió una vela en su capilla personal y que Claudio se iba a recuperar y fue así” agregó sobre todo lo que sucedió ese día y sobre una cualidad que tenía Francisco, la de no solo decir cosas sino convencer al otro.
“Hablé varias veces con él después y me dijo que no dejáramos de rezarle a Mama Antula (…) Fui al Vaticano, me dijeron que tenía que llevar las ostias en la misa de santificación. Ensayamos cuatro veces, días previos, y la última, el sábado a la noche, el que nos guiaba y acompañaba dice que en el encuentro con el papa teníamos 30 segundos para hablarle la familia completa y decirle lo que queríamos” recordó.
Claudio no sabía que decirle. Sin embargo, ese domingo, cuando le dio la mano, las palabras salieron solas: “Jorge, te quiero mucho”. “Y él levantó los ojos, nos miramos, lagrimeamos los dos y me dice: `Yo, Claudio, también te quiero mucho´. Y para mí, esa mirada, y ese gesto, Jorge hablaba poco, pero entendíamos todo”.
“Al otro día podíamos acceder a verlo una vez más cuando pasaba por un pasillo y yo no quise, porque para mí ya estaba” detalló.