Colón supo aprovechar dos jugadas de manual para ganar un áspero clásico después de 5 años y cortar la racha de 19 años sin triunfos en calidad de forastero.
El partido en sí fue trabado, muy poco jugado y hasta los 13 minutos del complemento, casi sin llegadas claras, salvo algunas insinuaciones. Fue un trámite más bien ordinario y mayormente parejo, donde el local tuvo interrumpida las vías generadoras de ataque, y la visita apostó por esperar, cortar y soltar largo en el afán de ganar las “segundas pelotas”. Poco para elogiar desde lo visual, como espectáculo, más allá de la "inteligencia para evitar que el otro equipo haga lo que sabe".
Como dijeron luego del partido los entrenadores, cuando los cotejos son tan cerrados y tan friccionados; cuando se arriesga tan poco y la cautela le gana la pulseada a la creatividad y la osadía... la historia se puede definir con pequeños “DETALLES”. Dos tiros libres, dos jugadas preparadas y bien elaboradas por Domínguez, que estudió minuciosamente los movimientos del rival; fueron los válidos argumentos para que los rojinegros se llevaran todo del 15 de abril, inclusive, la recuperación de esa autoestima tan baja de un plantel siempre sospechado por su calidad y entrega.
Mérito de Colón de sacar provecho del trabajo sensible de la semana. Error y aplazo al bloque defensivo Tatengue por los exagerados descuidos y las inexplicables desatenciones en una zona tan delicada como es su propia área. En este tipo de maniobras hay responsabilidades compartidas de los que ejecutan el plan ofensivo y de los que esperan mirando más la pelota que los jugadores adversarios. Acierto Sabalero para pasar adelantarse en el marcador de un duelo que parecía asfixiado de “cero".
Ortiz (13m.ST) le dio el primer golpe duro a Unión que no pudo reaccionar ni cuando se quedó con un hombre de más (segudnos después ya estaban iguales). Si el primer cabezazo lo conmocionó, luego Granier (39m.ST) lo derrumbó. Y así se selló una victoria tan legítima, como largamente festejada.
Fue 2 a 0 el clásico para Colón. Por el aprovechamiento integral de esos dos “DETALLES”. Y en estos tiempos modernos, en estos partidos de “hacha y tiza”, con poco espacio, mucha garra y escasas caricias a la “gordita”, la finura de dos pelotas detenidas pueden resultar suficientes, no sólo para ganar, sino, hasta para merecer ganar.
Una vez más el clásico santafesino dejó en claro que este tipo de cotejos tan viscerales dentro y fuera de la cancha, no reconoce antecedentes y se ganan, jugando, metiendo, corriendo y luchando. Se afrontan con las piernas, el corazón y la cabeza... esa que le faltó al Tate para defender esos dos “DETALLES” llamados Ortíz y Garnier.