El 12 de agosto de 1981, en el hotel Waldorf Astoria de Nueva York y en su sede de Boca Ratón, Florida, IBM presentó en sociedad el modelo 5150, mejor conocido como IBM/PC. En 2011,Dave Bradley, uno de los 12 ingenieros que crearon la PC, mostró una foto del clima de la época. "Nos habían anticipado que venderíamos 241.000 computadoras en el curso de 5 años. Pero para 1987 ya habíamos despachado 3 millones de equipos". Traducido: el departamento de finanzas de una de las compañías más grandes del mundo -tenía medio millón de empleados en esa época- y que concentraba buena parte del poder de cómputo disponible, fue incapaz de ver la revolución que se venía. Es lógico. El mundo en el que el gigante azul presentó su computadora personal era tan diferente del actual que no parecen haber pasado 35 años. Parece haber pasado un siglo.
En términos de tecnología, el de 1981 parece un ambiente prehistórico. Las personas tienen en sus casas solamente un teléfono -en el caso de la Argentina lleva años obtener una línea- y el resto del tiempo no hay modo de comunicarse con familiares, colegas y amigos; los celulares, raros, carísimos y pesados, llegarán este año a los países nórdicos, luego de su debut en Japón en 1979. Para Movicom faltan todavía 8 años.
En un mundo sin smartphones ni GPS
El de 1981 es por lo tanto un mundo sin smartphones ni computadoras; tampoco hay GPS para uso civil (eso llegará en 1989) ni pantallas táctiles. La televisión a color acaba de aterrizar en la Argentina (en 1978), pero los televisores son (y seguirán siendo durante mucho tiempo) pesados y de baja definición. Las películas se ven en el cine o en VHS. La música se oye en la radio, en casete o en discos de vinilo; algunos han adoptado un dispositivo revolucionario, el Walkman, lanzado por Sony dos años atrás. Los vehículos contaminan como si no hubiera un mañana y llamar por teléfono al extranjero cuesta tiempo y dinero. Todavía no ha nacido Internet, así que hay que arreglárselas sin Google, Facebook, Wikipedia, Twitter, Netflix y WhatsApp. En las oficinas, el timbre de los teléfonos, el repiqueteo de las máquinas de escribir y el humo de los cigarrillos crean un clima que horrorizaría al más corajudo de los Millennials.
Sacar fotos implica revelar un rollo e imprimir copias, proceso que demanda entre una y dos semanas. Filmar es todavía más arduo y sólo a mediados de la década lograrán cierto éxito, en los países industrializados, las cámaras de video analógico portátiles. Lo de grabar o sacar fotos con el celular todavía habita en el terreno de la ciencia ficción.