Imposible predecir cuáles de sus promesas y amenazas de campaña mantendrá en pie. Pero en los cinco días que lleva como presidente electo es evidente que Donald Trump moderó el tono de varias de sus propuestas, incluidas las que sus seguidores tomaron como bandera.
Piezas clave de su discurso electoral, como derogar por completo el sistema de salud impulsado por el presidente Barack Obama, la construcción de un muro en la frontera con México y pretender que ese país lo financie, así como la "persecución judicial hasta meter presa" a su ex adversaria, Hillary Clinton, hoy ya no parecen firmes.
Así lo hizo saber ayer el propio Trump en una entrevista con The Wall Street Journal. En ella, adelantó que no va a eliminar "totalmente" el plan de salud y que, por ahora, no piensa ordenar una investigación sobre Clinton. Por su parte, Newt Gingrich, dirigente republicano y asesor del presidente electo, echó dudas también sobre el muro.
Muchos empiezan a preguntarse si con Trump no comienza a repetirse lo que ocurre con casi todos los políticos: una cosa es lo que dicen antes de llegar al poder y otra, muy distinta, lo que concretan cuando lo alcanzan. Lo mismo sucede con su promesa de "cambiar el establishment". Hasta ahora, tanto tu equipo de transición como los potenciales miembros de su gabinete son insiders de Washington y de la política.
Por lo pronto, el triunfo lo recibió no con bastante desencanto. Las protestas volvieron a recorrer ayer el país.
Difícil saber si esa reacción y la fractura social que se advierte tuvieron algo que ver en el giro. Trump ya cambió el discurso respecto de una de sus promesas clave: la "total eliminación" del plan de salud creado por el presidente Barack Obama, conocido como el "Obamacare". "Estoy viendo de dejar algunas partes en pie, porque algunas son muy importantes", reconoció. Entre ellas, mencionó la norma que prohíbe a las aseguradoras rechazar a un paciente que tenga una enfermedad preexistente. "Eso es algo que me parece acertado", dijo el ayer el presidente electo, contradiciendo al candidato que fue hasta el martes.
Lo mismo puede decirse de su promesa de "meter presa a Hillary Clinton".
"No es algo en lo que haya pensado demasiado, porque quiero resolver los temas de salud, empleo, control de fronteras y reforma fiscal", dijo al The Wall Street Journal.
También parece ir perdiendo aire con las horas su alardeada promesa de "prohibir la entrada a todos los musulmanes" por seguridad.
En una visita al Capitolio no incluyó tal amenaza como una de sus prioridades y se negó a contestar cuando un periodista le preguntó directamente sobre el asunto.
Hasta ahora, Trump ha sido muy ambiguo sobre lo que efectivamente concretará cuando llegue al Salón Oval, el próximo 20 de enero.
"Me centraré en la creación de empleo, en la salud y en la inmigración", fue todo lo que dijo en su primer reportaje televisivo desde que fue proclamado presidente electo, el pasado miércoles de madrugada. La entrevista se conocerá hoy, pero algunos pasajes ya trascendieron.
La otra cuestión en la que parece haber cierta marcha atrás es con el famoso "muro" en la frontera con México -para "impedir que sigan llegando narcotraficantes y violadores"- y que pretende que sea financiado por el gobierno de ese país.
En este caso, no tanto él en persona como sí sus colaboradores más directos parecieron poner distancia. "Pueden estar seguros de que dedicará mucho esfuerzo a controlar la frontera", dijo Newt Gingrich, el fallido aspirante a la presidencia que hoy integra el círculo íntimo de quien sucederá a Obama.
"No estoy tan seguro de que (Trump) esté decidido a invertir mucha energía en lograr que México pague o no pague el muro. Pero, de todos modos, la idea fue una excelente herramienta de campaña", ironizó el veterano ultraconservador.
Lo de Gingrich fue lo más parecido a un sinceramiento sobre la existencia de mentiras y engaños en la campaña del magnate. Aunque, a esta altura y con una figura tan volátil como el futuro presidente, nadie puede garantizar nada.
En el reportaje televisivo, Trump se mostró dispuesto no sólo a aceptar, sino a pedir el consejo de quienes hasta hace seis días eran sus peores enemigos, entre ellos, el ex presidente Bill Clinton y el propio Obama.
"He estado pensando que me gustaría contar con Bill (Clinton). Es un hombre muy inteligente", reconoció en el mismo reportaje.
Sin embargo, una fuente de su equipo de transición reiteró que Trump está buscando formas rápidas de que el país se retire de un acuerdo mundial para frenar el cambio climático, desafiando el amplio apoyo global al plan para recortar las emisiones de gases de efecto invernadero.
"Fue insensato que el Acuerdo de París entrara en vigencia antes de la elección" del martes, dijo a Reuters la fuente, que habló bajo condición de anonimato.
El pasado jueves Obama recibió con todos los honores a Trump en el Salón Oval y se puso a disposición para lograr una "transición modelo". Hizo también un llamado a acatar el dictamen de las urnas, en un mensaje que pareció destinado a los jóvenes que, en estos días, convocan marchas anti-Trump bajo el eslogan "él no es mi Presidente".
Minoritarias, las marchas son uno de los fenómenos de estos días y no está claro cuál será su evolución.
Desde la administración demócrata, con Obama a la cabeza, el compromiso es que nada altere el traspaso de poder al futuro mandatario. "Yo quiero que al nuevo presidente le vaya bien porque eso significa que a los Estados Unidos le va bien", subrayó.
Trump ya cargó contra las protestas. "Esto es muy injusto. Acabo de ganar en un proceso electoral abierto y transparente y aparecen manifestantes profesionales alentados por los medios", denunció.
Es difícil saber cuánto de todo esto pesa o llega al ánimo de Trump. Lo mismo podría decirse de la sensación de temor e inseguridad hacia el propio gobierno que se advierte en parte de la población.
"Podría contar muchos casos que hablan de esa sensación. Historias que me llegaron personalmente en estos días", dijo el saliente líder demócrata en el Senado, Harry Reid.
Mientras tanto, la tarea de Trump sigue concentrada en montar un equipo de gobierno y en morigerar sus promesas de campaña.