En las próximas elecciones, primarias y generales, la ciudad de Santa Fe se juega mucho más que un par de concejales, que el futuro de un Intendente, que la suerte de un sector político. Allí se define a que estamos dispuestos a convertirnos, definitivamente, los capitalinos. ¿Seguiremos dependiendo de los humores de los gobernadores de turno para recibir lo que nos corresponde. ¿Continuaremos aceptando lo que nos den, en el reparto injusto de fondos o nos plantaremos para exigir equidad, de una vez por todas?
Acá no se trata de “frenar” el crecimiento de otros territorios, de compararnos con otras ciudades para demostrar lo que nos falta y qué necesitamos con urgencia. Lo saben todos, lo sabemos todos. Y quienes gobiernan la provincia hace casi 10 años, también. El famoso “Acuerdo Capital” es el ejemplo más claro de la desatención y el “ninguneo” a la que fue sometida la capital provincial durante los gobiernos de Binner y Bonfatti. Lo firmado por Lifschitz y Corral en 2015, es el reconocimiento explicito de años de postergación intencional hacia la segunda ciudad de la provincia.
Lo prometido y cumplido (muy parcialmente hasta ahora), generó grandes expectativas e hizo ilusionar a parte del electorado escéptico con los gobernantes del sur. Algo podía cambiar, se decía. Fue una buena estrategia que relegó, entre otras cosas, a Miguel Del Sel al segundo lugar en su propio territorio y le permitió al actual gobernador llegar a la Casa Gris. Está por demás de claro que ese acuerdo preelectoral logró su objetivo en las urnas y el más beneficiado fue Lifschitz. Por lo tanto no debe tomarse como un “regalo” o un obsequio fruto de la generosidad del actual mandatario. Es un contrato que hay que honrar y no hay más que eso. Lo otro es humo electoral, chicanas políticas y una idea que quiere imponerse: la que a los “capitalinos” no están haciendo un fabuloso favor. Nada más alejado de la realidad. Ejemplos sobran para demostrar que a los habitantes de la ciudad de Santa Fe, nos siguen teniendo con la “correa corta”.
En este informe se adjunta la letra grande y la chica de lo acordado en aquella oportunidad y más allá de las iniciativas y los números que impactan, las grandes obras y emprendimientos que harían despegar a esta capital ni asoman en el horizonte. ¿No nos preguntamos los santafesinos de esta ciudad, porqué no tenemos un puerto, un aeropuerto o la principal conexión vial con la ciudad de Rosario en condiciones, para el desarrollo de la región centro-norte, ni otras obras de infraestructura que permitan a Santa Fe capital volver hacer lo que fue y lo que merece ser? Basta revisar lo que no se cumplió para llegar a la respuesta. Esto se refuerza con las nulas intenciones del Ejecutivo y de los senadores provinciales ( justicialistas y socialistas) en incluir a Santa Fe y Rosario en la ley de obras menores. ¿Por qué? Los opositores sostienen que ambas ciudades ya son beneficiadas con otros recursos y para sumarlas pedían en “canje” que incluyeran a sus territorios en el “Plan Abre”. Es decir más millones para ellos y más poder que el propio Gobernador, todo el gabinete y los administradores de las dos ciudades que concentran más de la mitad de los habitantes de toda la provincia.
El famoso “toma y daca” que tan bien manejan los representantes de la Cámara Alta y sobre todo los justicialistas, que siguen teniendo quórum propio para exigir o frenar cualquier iniciativa. Inaceptable. Cabe aclarar que el “Plan Abre” es un programa del Ejecutivo provincial, que fue creado para compensar a esos dos grandes conglomerados, pero está lejos de lograr lo que por ley recibirían la capital y Rosario si formasen parte del Fondo de Obras menores.
En un futuro, se le ocurre a un gobernador darlo de baja, lo podría hacer, sin ningún otro trámite. Párrafo aparte merece destacar la posición adoptada por los referentes en el Senado de La Capital y de Rosario, Emilio Jatón y Miguel Capiello. Es cierto que con respecto al Fondo de Obras Menores acompañaron, apenas asumieron en diciembre de 2015, un proyecto de ley del Senador por el dpto. San Cristóbal, Felipe Michlig. La iniciativa intentó modificar la ley12.385 para sumar esos beneficios a ambas localidades, pero no menos cierto es que fue el primer y último gesto que tuvieron al respecto.
Luego y hasta hoy, ambos legisladores fueron “disciplinados” por el gobierno provincial para que no reclamen más lo que corresponde. Los “convencieron”, como decíamos, que el “Plan Abre” reemplaza al Fondo de Obras Menores, pese a que hay ciudades, como por ejemplo Santo Tomé (la tierra de Jatón) que gozan de ambos beneficios. Lamentable. Es decir, los capitalinos dependemos de los humores de los senadores peronistas (algunos de ellos tienen menos habitantes que un barrio de esta ciudad) de la “obediencia indebida” de los representantes de los dos principales departamentos de la provincia y de la voluntad de un gobernador para emprender obras que beneficiarían a decenas de miles de personas y que pondrían a Santa Fe en otro lugar. Estamos complicados. Y los de la ciudad de Santa Fe, mucho más, ya que todos sabemos, que como siempre y más en estos últimos 10 años, la ciudad preferida de los habitantes de la Casa Gris, es Rosario. Por eso, en Agosto y Octubre, no son solo dos elecciones. Es mucho más que eso. Es plantarnos como ciudadanos de esta capital para exigir lo que es nuestro. Se dirimen ideas no personas, hechos no promesas, obras, no nombres o partidos políticos que administran el poder cada 4 años. Se define nuestro futuro como capital de provincia y un modelo de ciudad que se perfila y que muchos dirigentes del sur y algunos irresponsables de acá, pretenden impedir que se desarrolle en plenitud.