Uno de los ejercicios clave del mindfulness (y de la mayoría de las prácticas contemplativas) es la de sentirnos agradecidos de todo aquello que nos toca vivir.Y no sólo de aquello agradable, positivo o generador de bienestar sino también de los desafíos vitales que entrañan cierto dolor o incertidumbre.
Pero esta actitud profunda que sólo puede provenir de un corazón sensible, abierto y atento, no suele ser algo que naturalmente nos surge ni que practiquemos a menudo. Más bien, parecemos enfrascados en los automatismos diarios que creamos en nuestras vidas. De todas formas, ponerla en práctica parece ser muy positivo.
Es que la gratitud es poder tomar un poco de distancia de lo habitual, de lo cotidiano, y saber agradecer, con humildad, el poder experimentar lo que estamos experimentando, con plena atención
Qué es la gratitud y en qué consiste
La palabra procede del latín, del vocablo gratitudo, que es producto de dos raíces bien definidas: por un lado la palabra gratus, que significa “agradable y agradecido” y, por otro, el sufijo tudo que es equivalente a “cualidad”.
Sería, entonces, el sentimiento que vive alguien al estimar un favor que alguien le ha concedido.
Algunas veces ese alguien es una persona visible, concreta, que podemos registrar e individualizar, pero en otras oportunidades se trata de la naturaleza, del devenir del universo o de algo que simplemente está allí para ser apreciado, para agradecer, y que más allá de nuestras creencias o religión, nos hace experimentar un profundo bienestar basado en vivir el momento presente.
Hay muchas formas de vivenciar la gratitud: seguramente comienza por la toma de conciencia de aquello que nos hace bien, que está allí para alimentar nuestro espíritu
Luego, hemos de regocijarnos en la observación atenta, ya sea a través de una frase, una reverencia o un suspiro profundo que parece decir: “gracias, todo está bien”.
Siete beneficios de ser agradecidos
Actualmente estamos conociendo, a través de la investigación científica, cuáles son algunos beneficios de saber agradecer con actitud reverencial todo aquello que experimentamos en nuestras vidas.
Veamos siete de esos beneficios reportados en la revista Forbes:
- Mejores relaciones: la revista Emotion menciona, en 2014, que quienes saben agradecer tienen muchas mayores posibilidades de generar vínculos saludables con pares.
- Incrementa la salud física: nos hace ser más respetuosos de nuestro cuerpo y poder cuidarlo con atención, como así también no quedarnos muy apegados al dolor o a aquello dificultoso que como síntoma nos toca experimentar.
- Incrementa la salud psíquica: también el miedo, la frustración y el resentimiento van perdiendo terreno cuando aprendemos a ser agradecidos, tal cual lo demostró una investigación de la Universidad de Kentucky en el 2012.
- Mejora nuestra capacidad empática y nos enseña a no encerrarnos en una actitud egoica y distante de nuestro entorno.
- Ayuda a lograr un mejor descanso nocturno: un estudio publicado en el 2011 en la prestigiosa Applied Psychology: Health and Well-Being, demostró que las personas que dedicaban 15 minutos a escribir en un diario los agradecimientos del día, descansaban mucho mejor.
- Permite a los atletas valorarse más y ser más amables con ellos mismos, según Journal of Applied Sport Psychology reportó en el 2014.
- Ayuda a tener una mente más resiliente, según un estudio publicado en 2006 en la revista internacional Behavior Research and Therapy. Allí se muestra que los veteranos de Vietnam con niveles más altos de gratitud sufrían menos de traumas y dolor psíquico.
Sin duda alguna esta actitud, muy unida a la aceptación y la compasión, constituye uno de los pilares de la vida satisfactoria y plena.
Las prácticas contemplativas nos abren una enorme oportunidad de vivirlas. Aprovechémoslas.