La historia marca que estar en casa tanto tiempo puede ser una buena oportunidad para dejar volar la imaginación y crear. A modo de ejemplo, compartimos cinco grandes obras de la música internacional que fueron gestadas y grabadas en casas.
Wasting Light – Foo Fighters
Foo Fighters tuvo momentos de crisis y hasta se llegaron a plantear en términos serios una separación definitiva. Iniciada la década de 2010, Dave Grohl tuvo la mejor idea posible: grabar el siguiente disco en el garaje de su casa, de forma completamente analógica, con el reingreso de Pat Smear (que también toco en Nirvana) a la formación. El resultado fue un disco directo y emotivo, con picos como “Arlandria”, “These Days” y un gran cierre con “Walk”.
Blood Sugar Sex Magik – Red Hot Chili Peppers
El grupo que comandan Anthony Kiedis y Flea quería hacer un disco de forma poco convencional. Al productor Rick Rubin se le ocurrió ir a una mansión en la que alguna vez vivió el mago Houdini. Más allá de los clásicos “Give It Away” y “Under the Bridge”, el disco tiene muchísimo más para dar. No dejen de escuchar temas como “The Power of Equality”, “If You Have To Ask”, “Suck My Kiss”, “I Could Have Lied” y “My Lovely Man”, de altísima factura y que le ayudaron a los californianos a ganar escala mundial.
Exile on Main Street – Rolling Stones
Aunque carece de los superclásicos que conoce toda la familia de otros álbumes, estamos probablemente ante el mejor disco de los Rolling Stones. Presionados por los organismos fiscales británicos, Mick Jagger, Keith Richards y compañía se exiliaron en una casa en el sur de Francia. Una estadía repleta de creatividad y excesos le dieron forma a la obra de 67 minutos de música que mejor sintetiza el “ADN Stone”.
Nebraska – Bruce Springsteen
Sin más compañía que sus guitarras y una grabadora de cinta Teac de cuatro pistas, Bruce Springsteen se refugió en la casa ranchera de Colt’s Neck. El resultado es un disco que, en sus propias palabras, “suena muy bien con las luces apagadas”.
Basement Tapes – Bob Dylan and the Band
En julio de 1966, cerca de su casa de Woodstock, Bob Dylan tuvo un accidente en moto. Entonces, decidió recluirse para recuperarse lejos del ruido, en una casa de campo en la que poder dejar volar su imaginación y creatividad sin las prisas de la ciudad. En este contexto, le dio forma a un disco crudo y directo, que fue editado varios años después.