Los argentinos estamos siendo testigos como la política puede generar dudas sobre un medicamento. La actuación y las necesidades geopolíticas de Putin le pusieron un manto de sospechas a la vacuna que estaba elaborando el prestigioso Instituto Gamaleya.
Claudio Fantini, analista internacional de LT10, sostuvo que “todo comenzó mal comunicacionalmente, con el nombre Sputnik. Esa denominación hacía referencia explícita a lo que fue la carrera espacial, en plena guerra fría. La vacuna debió llamarse Gamaleya, el nombre de un instituto con muchísimos laureles y autor de la vacuna contra la rabia”.
Además, el experto en política internacional agregó que “a esto hay que sumarle que Putin anunció al mundo una vacuna que no estaba terminada en sus fases. A Putin lo apuraba la geopolítica. Yo estimo que la vacuna rusa marcha bien; el problema es el desprestigio que le imprimió el presidente de Rusia por objetivos políticos. Por eso, uno ve que no hay países europeos negociando por la vacuna rusa”.
Finalmente, Claudio Fantini remarcó que “el mundo necesita de todas las vacunas y es muy triste que la política meta sus manos en el esfuerzo descomunal que está haciendo la ciencia de todas las latitudes”.