El home office se ha impuesto más que nunca desde la llegada del coronavirus, que obligó a implantar esta modalidad de trabajo como medida de prevención.
Además de todas las ventajas, el teletrabajo también tiene sus inconvenientes y el verano ha traído otras dificultades que pueden afectar al rendimiento. Las altas temperaturas actúan sobre el cuerpo, nos aletargan y, por consiguiente, inciden en la productividad. Asimismo, al estar esta época del año asociada a vacaciones, si nos encontramos en casa, nuestra mente podría desconectar más fácilmente.
Para que el verano no influya en nuestro ritmo de trabajo, a nivel ergonómico (la disciplina encargada de estudiar las condiciones del lugar de trabajo), debemos tener en cuenta tres frentes diferentes: el equipo, el entorno y la organización del trabajo.
Respecto al primero, debemos analizar las herramientas y aparatos que manejamos durante la jornada laboral. Tendríamos que revisar, entre otros aspectos, el tipo de pantalla, el teclado, la iluminación, el modelo de silla sobre la que nos sentamos, el cableado, etc. Sobre el entorno, es conveniente controlar la temperatura y que se encuentre entre los 23 y 26 grados; así como trabajar con una humedad relativa de entre un 45 y 65%.
En cuanto a la organización, se aconseja mantener unos hábitos de trabajo productivos y establecer horarios para reuniones y pausas, para así gestionar mejor los tiempos y tareas.
Diez claves para un home office productivo en verano
– Diseñar un área de trabajo con filosofía hygge, para tener una mayor motivación. Hygge (bienestar en noruego) es una filosofía nórdica de vida basada en disfrutar de los placeres más pequeños y sencillos.
– Revisar la ergonomía para estar cómodo.
– Arrancar el día en modo on: (preparado y vestido igual que si fuéramos a la oficina), para explicarle al cerebro que hemos empezado a trabajar.
– Crear una rutina y seguirla, para ser sistemático.
– Cuidar el orden en la zona de trabajo con el objetivo de mantener una estructura armoniosa del espacio.
– Centrarnos en lo que podemos hacer y no estresarnos con lo que no depende de nosotros.
– Gestionar las interrupciones para no perder horas al final del año.
– Mantener la energía introduciendo pausas activas.
– Trabajar por bloques o por tareas para una mayor organización y no enfrentarnos a la multitarea.
– Seguir cultivando la relaciones sociales para conectar con el equipo y con la misión de la empresa.
– Al final de la jornada, programar las tareas del próximo día y reflexionar brevemente acerca de cómo nos sentimos tras el trabajo hecho.