La joven bandoneonista francesa Louise Jallu ofrece uno de los más novedosos homenajes al centenario de Astor Piazzolla con arriesgadas versiones que celebran al artista argentino porque, destaca, “fundó un estilo que es profundo y dolorosamente auténtico que ostenta una inmediatez, casi una universalidad”.
“Lo que me conmueve de la música de Piazzolla es la manera fuerte, elegante y rabiosa con la que superpone métricas diferentes, cómo crea puentes entre los compases y también esa obsesión por la repetición, como un 'condenado picando piedras', el mismo gesto, la misma determinación, la misma furia, como si intentase extirpar toda la violencia de su cuerpo”, describe Jallu durante una entrevista con Télam.
La artista, de flamantes 27 años (que cumplió el 29 de abril), se abrazó al bandoneón desde niña y a sus cinco años ingresó al renombrado conservatorio de Gennevilliers, su ciudad natal, donde la institución fundada por Bernard Cavanna en la que los argentinos Juan José Mosalini y César Stroscio (exliados en Francia desde los '70) son docentes, le dio las herramientas para expresarse.
“Cuando uno estudia bandoneón, Piazzolla es, quieras o no, inevitable. Como Bach para los violinistas o los cellistas, o Rameau para los clavecinistas. Como existen partituras relativamente simples, producto de transcripciones diversas, pude abordar Piazzolla muy pronto. Por supuesto que recién con los años uno puede acceder a una comprensión más profunda de la obra y pretender interpretarla”, revela la bandoneonista.
Con “Piazzolla 2021”, su segundo disco de estudio y el primero dedicado íntegramente a la obra del músico y compositor marplatense de renombre planetario, Louise ofrece una audaz relectura acerca de ese legado sonoro que sumó arreglos y composiciones de Cavanna y la participación del pianista y compañero de Astor en varias formaciones, Gustavo Beytelmann.
El elenco para dar forma al sucesor de "Francesita" (2018) y del vinilo en vivo “Francesita-Live au café de la danse” (2019) lo completan Mathias Lévy (violín y guitarra eléctrica), Marc Benham (piano y teclado) y Alexandre Perrot (contrabajo), sumando también a Médéric Collignon en clarín.
“Soledad”, “Tanguedia”, “Tristezas de un doble A”, “Libertango”, “Oblivion”, “Adiós Nonino”, “Mi refugio”, “Buenos Aires hora cero”, “Los sueños” y “Lo que vendrá”, añade como aporte “Tristezas de un doble A (cadencia en el bandoneón)”, compuesto por la propia Jallu.
Télam: Hacés referencia a una “mecánica secreta” para abordar a Piazzolla ¿Esa fórmula es aplicable a la totalidad de su música o a las piezas seleccionadas para este disco?
Louise Jallu: Me gusta la expresión “mecánica secreta” porque en el fondo es lo que lo diferencia de los demás compositores de tango. Se trata, en su mayoría, de dos tipos de superposiciones, mezclando lo binario y lo ternario, que habitualmente se agrupan de a dos compases, con apoyos o tiempos fuertes ahí donde una no se los espera. Es muy notorio en “Tanguedia”, por ejemplo: una música sorprendente que evoluciona en un universo totalmente cerrado, con la única alternancia de un acorde de La menor y otro de Fa sostenido menor. ¡Es una locura, sólo están esos dos acordes! Pienso habitualmente en qué música hubiese escrito si viviera todavía. Esta “mecánica” la encontramos por todas partes.
La bandoneonista reversiona a Piazzola
T: Algunos músicos argentinos consideran que la genial obra de Piazzolla está condensada en él, que no se le puede quitar ni agregar nada, pero tu versiones desmienten esa premisa ¿Cómo fue el proceso artístico para abrir esa música aparentemente cerrada en sí misma?
LJ: No comparto ese punto de vista. Y él mismo no lo compartía ya que en muchos de sus conciertos modificaba cosas, agregaba, ¡suprimía! Por otra parte, y de manera más general, cosa que es consustancial con el tango, se trata de una música escrita (principalmente) pero en donde no se respeta al pie de la letra lo que está escrito, un poco a la manera de la música barroca con su ornamentación No existen dos versiones idénticas de ‘Round Midnight" tocadas por Monk, como no existen dos versiones idénticas de “Adiós Nonino” tocadas por Piazzola. Respetar todo al pie de la lera sería, por el contrario, congelar su música. Y por otro lado ¿en qué soporte?¿A partir de qué partituras? Me parece evidente que la partitura no alcanza, y me parece que no le sirve a la música eso de fijarla en lo que está escrito. Dicho todo esto, mi proyecto –un poco iconoclasta, lo admito– era considerar estos temas como standards, un poco como Piazzolla mismo consideraba otros “standards del tango” para modificarlos.
T: ¿Tenés expectativa de poder tocar este repertorio en la Argentina?
LJ: Las instituciones francesas nos apoyan con el proyecto y hay organizadores en Argentina que están deslomándose para que podamos venir. Sería formidable poder compartir todo con el público argentino e intercambiar experiencias con los músicos de allá y también tocar juntos. Gennevilliers es un verdadero territorio dedicado al tango desde hace más de 30 años y hay allí una historia en común tejida con Buenos Aires.