La historia de Juan Carlos Portillo recién se está escribiendo y promete páginas de gloria. Con 21 años, el oriundo de Puerto Rico ya es titular indiscutido en la defensa de Unión de Santa Fe siendo una de las grandes revelaciones de la temporada. Juanca tiene mucho camino por recorrer y se siente preparado, seguro de lo que pueda venir.
Hijo de Leonardo y Julia, Portillo es el penúltimo de seis hermanos en una familia humilde pero con valores de primera mano. “Mi papá labura en un aserradero, mi mamá es ama de casa. Vivimos todos en una vivienda normal, de madera”, inició la charla desde el barrio San Alberto, su cuna de siempre y a la que visitó aprovechando el permiso conseguido desde el club.
“El que me inculcó el fútbol fue mi viejo. Él es un tipo futbolero y estuvo haciendo el esfuerzo desde que era chico, plantó la semillita; más adelante asistí a la escuelita infantil 9 de Julio para empezar la etapa competitiva. Desde chico siempre jugábamos con mis hermanos en la canchita de tierra del barrio...de los siete días de la semana, dos eran de escuelita de fútbol y los otros cuatro de picaditos en la canchita o la calle...fue fútbol y fútbol”, agregó en otra parte de la charla.
Las raíces de Portillo forjaron una personalidad fuerte y serena, dos adjetivos que le caben al misionero como anillo al dedo y que le permitieron llegar a las inferiores de Crucero en el 2015.
“Me enseñaron a valorar las cosas pequeñas, desde chico entendí que tenía que buscar mi destino”, aseguró Portillo, quien no tardó en adaptarse fácilmente a la posición de lateral y así fue promovido al plantel profesional en el 2018.
“Cuando subí a primera estaba Tarrito (Alejandro) Pérez como el referente defensivo en el sector derecho, no había recambio para ese puesto...entonces me acostumbré al perfil izquierdo; una vez que me acomodé se hizo todo más fácil”, indicó el Sicario.
“Tuve la oportunidad de jugar en el mediocampo en el Federal A, pero no me sentí bien, me di cuenta de que no era lo mío”, aclaró.
Sus buenas actuaciones despertaron el interés de los ojeadores. Portillo tuvo un breve paso por Deportivo Itapuense, en la segunda división del fútbol paraguayo, retornando al Colectivero para encarar la temporada 2019-2020.
La pandemia llegó y Martín Zucarelli terminó siendo el nexo definitivo con el Tatengue, club que se quedó con el 85 por ciento de su pase. Negoción.
El 23 de agosto del año pasado Portillo llegó a Santa Fe en remís y pasó exitosamente la prueba. De la reserva a primera, casi sin mediar adaptación. Algo había despertado en el Vasco Azconzábal, quien lo hizo debutar en la elite el 28 de noviembre y nada menos que ante Racing.
Hoy la joya se ganó un lugar en la defensa debido a su polifuncionalidad, el alto porcentaje de aciertos y su serenidad en momentos límite, características que lo convierten en pieza fundamental de Unión con apenas 16 partidos en el lomo.
¿Esperabas llegar tan rápido?
Uno piensa y se propone esos objetivos, después se van dando dependiendo de las circunstancias. Me imaginaba jugar en primera, eso era una motivación para seguir entrenando...se dio y estoy agradecido. La confianza del entrenador se construye día a día, hay que demostrarle de qué estás hecho, que puede contar con vos y estar presente. Son los detalles los que terminan formando los escalones para llegar al fin de semana y rendir el examen.
¿Cómo es jugar en primera?
Se ocupan mejor los espacios, prácticamente los jugadores tienen los conceptos más claros y los van aplicando. Por otro lado la pelota se mueve más rápida por la calidad de pisos que tiene el fútbol argentino, eso hace que el juego sea más dinámico y no tan lento como en otras categorías. Le dan mucha importancia al trato de la pelota y la precisión es muy importante tanto en la práctica como en los partidos.
¿Cuál es el partido que te marcó?
Hasta ahora el más lindo que me tocó jugar fue el clásico de Santa Fe por la Copa de la Liga Profesional, sobre todo por el ambiente que se generó en la semana y las expectativas que se pusieron en ese partido...me sentí muy bien y tranquilo en cuanto a los pases, así lo dicen las estadísticas.
¿Cómo te identificas cómo jugador?
La continuidad me permite imprimir tranquilidad en la defensa de Unión. Soy un jugador tranquilo pero al mismo tiempo me destaco por la agresividad, por la violencia y por la precisión en lo que hago; me equivoco pero no tanto.
¿Te pusieron un apodo?
El plantel me recibió muy bien desde que llegué. Ellos me dicen el ‘Sicario’ (entre risas). Había salido en una página de noticias por algunas jugadas violentas y quedó.
¿Cuáles son tus objetivos?
No espero nada. Me preparo para estar mejor y dejo que las cosas se vayan dando...como tiene que ser. Obviamente uno aspira a un lugar mejor donde se pueda seguir creciendo, pero eso se va dando día a día.
Curiosidad
El tatuaje de un reloj de arena en el cuello no deja de llamar la atención. Y la razón tiene que ver con sus convicciones. “Cuando lo vi no dudé...significa que el tiempo se nos pasa muy rápido, volando; cada vez que me veo al espejo o que entiendo que lo estoy desperdiciando, me hace recordar lo importante que es”, cerró Portillo.