Un estudio realizado por la Universidad de Lisboa y el Royal Veterinary College de Londres realizaron una investigación que reveló que humanos y mascotas convivientes tienen en sus organismos una cepa de E. coli resistente a los antibióticos.
Según un resumen del estudio realizado por la Sociedad Europea de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas, todavía no se concluyó exactamente cómo se transmite la bacteria o en qué dirección, pero sugiere posibilidades.
Entre ellas aparecen los besos que se dan a las mascotas, las caricias y estar en contacto con sus excrementos, por ejemplo cuando se atan las bosas tras ser recogidos.
Para llevar adelante el estudio, los investigadores recolectaron muestras fecales de 58 dueños de mascotas sanos y sus 18 gatos y 40 perros en Portugal. En el Reino Unido, se tomaron muestras periódicamente de 56 personas sanas y sus 45 perros.
Descubrieron que el 1% de las mascotas (14 perros y un gato) y el 13% de los humanos portaban bacterias resistentes a los medicamentos, pero la cantidad de hogares en los que tanto los humanos como los animales tenían el virus ers mucho menor.
Como esas bacterias resistentes a los medicamentos no pueden tratarse con antibióticos, una infección por estafilococos puede ser potencialmente mortal.
“Es perfectamente natural tener bacterias, y algunas de ellas pueden ser resistentes. Si sos una persona sana, entonces está bien”, declaró Sian Frosini, del Royal Veterinary College, pero “el problema surge cuando tenés a alguien que vive en ese hogar, que tal vez tenga algo que lo haga más susceptible a la infección... Tendrá un mayor riesgo de contraer estos insectos resistentes”.
De hecho, los investigadores encontraron que el dueño y su mascota compartían uno de estos tipos de bacterias resistentes. “Encontramos en dos de esos hogares que esas bacterias, cuando observamos su genética, eran exactamente iguales entre el dueño y el perro. Así que pueden ver que se está compartiendo algo”, añadió Frosini en declaraciones radiales.
No obstante, la investigadora aclaró que “lo que no se puede decir del trabajo que habíamos hecho es en qué dirección iba”. Es decir, no se sabe con certeza si el origen de la bacteria está en las mascotas o en los humanos.