El año de Caramelito empezó raro: su marido Damián decidió terminar con su matrimonio, después de 25 años y dos hijos en común. Una sorpresa absoluta para ella. Los días que siguieron fueron grises: Cecilia creía en el amor para toda la vida y, si bien sabía que había algo que no estaba del todo bien, nunca imaginó un final tan abrupto. Sin embargo, seis meses después, una entrevista en la Tv Pública cambiaría su suerte. Coco Sily la invitó a cenar, después de proponerle trabajo en su radio Extra. Ella aceptó y hoy están viviendo su historia de amor. “Siempre me pareció un hombre muy interesante y una persona especial, incluso sentía que detrás de lo que mostraba había algo más valioso de lo que se veía. Y, bueno, finalmente es un poco lo que empecé a confirmar a partir de que nos empezamos a conocer", dice y afirma mientras muestra que no se va a borrar el tatuaje compartido con Damián. “Esta soy yo”.
-¿Sentís que toda esta entrega a Martín afectó tu matrimonio?
-No. No, porque Damián desde su lugar de cuñado, de marido mío, de papá de nuestros hijos, de tío de los hijos de Martín, de yerno de mi mamá, el recorrido lo hizo con mucho amor, con compromiso. Después sintió que nuestra pareja tenía que terminar y, bueno, pienso que todo lo que nos pasó, está en nosotros, sin duda, no sé hasta qué punto a él le pudo afectar
-Quizá no lo pudiste ver durante mucho tiempo porque estabas enfocada en Martín.
-Lo que pasa es que sacar una conclusión de ese tipo, o que otro la saque, me parece injusto porque de algún modo desprestigia justamente lo que yo te estaba diciendo de él. Lo hizo con amor y con compromiso, entonces no creo que él pudiera ponerme en falta a mí cuando yo estaba ocupando aquél lugar. Me parecería feo que él haya sentido que yo no estaba.
-Son cosas inconscientes a veces.
-Ojalá no haya sido así porque yo hice lo que sentí que tenía que hacer con todo mi amor. Cuando hay actos de amor fuertes en una familia y van dirigidos hacia una de esas personas, el resto juega el mismo juego. Entonces salvo que sean dos hermanitos chiquitos, se entiende.
-Más después de tantos años juntos.
-25 años estuvimos juntos. Nos conocimos cuando éramos jóvenes, yo grababa en estudio Mayor y el producía un programa ahí, y recorrimos la vida, tuvimos hijos, tuvimos trabajos, falta de trabajo. La vida. Él sintió que la pareja ya tenía que terminar y me lo dijo.
-¿Te agarró desprevenida?
-Sí, tal vez esa sorpresa que recibo cuando él me dice que no quiere seguir sí sea porque yo estaba en un punto tomada por toda la situación que venía de hace seis años. Quizá tuve una falta de registro de lo que podía pasar, porque si bien sabía, especialmente el último año, que las cosas no estaban del todo bien, no pensé que derivarían en este final. Sí veía y sabía que él no estaba del todo bien, pero pensé que se podía solucionar y no se dio así. Pienso que hace bien saber que todos tenemos derecho a ir viviendo la vida como la vamos sintiendo, porque estar 25 años, 30 o 2 con alguien no te da crédito para disponer sobre el otro ni a pensar que esa persona se tiene que quedar al lado tuyo.
-Capaz con el tiempo te das cuenta de que vos tampoco estabas para seguir.
-La verdad que siempre fui de pensar lo que siento, lo que me pasa, lo que creo. Estoy al día. Eso no quiere decir que no me salgan las cosas mal o que no me equivoque. Si me hubiese pasado algo con él, se lo habría dicho.
-La monotonía, como diría Shakira.
-No me gustó esa canción. No adhiero. Cada uno lo lleva diferente. Ella lo hace de esa manera, tiene todo el derecho del mundo. Yo si hubiese sido su amiga, la abrazaba y le decía: “Vení, acá un rato”. Redirigí lo que sentís de otra manera.
-El problema son las expectativas que algunas nos hacemos de envejecer con alguien como desde el amor romántico.
-Yo soy muy eso, entonces estás dando en la tecla. Pero bueno, es mi amor romántico. Es mi ilusión. Me duele, ¡cómo no me va a doler! No sería humana. Pero cambia cuando lo ves desde el punto de lo simple: te quemaste y duele, después se te hacen ampollas, te nace la piel y ya te olvidás incluso de que habías tenido una quemadura.
-¿Qué pasa con el ego?
-Te digo la verdad: el ego sabés dónde quedó. Cuando de verdad atravesás situaciones en tu vida como las que yo siento haber atravesado con y gracias a Martín, hay un punto en donde qué sé yo… Ojalá nada tan dramático haga que todas las personas puedan desdibujar lo máximo posible ese maldito ego, que es el enemigo de uno mismo, primero, y después de los demás. Es insoportable lidiar con los egos,
-¿Cómo fueron los días posteriores?
-Ahora estoy bien. No sabía si me iba a llevar ocho meses, un año o 15. Pasaron seis meses desde que se fue y estoy bien, la verdad es que estoy bien. Estuve muy pero muy mal. Me preguntaba tanto qué había pasado que me di cuenta de que me estaba saturando con una pregunta cuya respuesta era relativa. De verdad, fue un balde de agua fría y estaba muy triste, aunque siempre en acción. Porque, bueno, me salía seguir con las cosas de la vida, con las tareas de mis hijos…Tal vez haber estado tan mal drenó más rápido.
-¿Lolo y Benito cómo lo llevaron?
-La verdad que muy bien. Porque ellos se llevan muy bien con nosotros dos de manera independiente. Estando los cuatro juntos era todo divino. Hay un vínculo muy lindo de ellos con su papá y de ellos conmigo. Además no hay cosas feas entre nosotros. Entienden que la pareja no va y que ellos lo tienen a su papá en una casa y a su mamá en otra. Son tan buenos, libres, empáticos y especiales que lo tomaron bien. Los dos están de novios y las novias pasean por casa, me encanta verlas, escucharlos reírse. Soy cero celosa. Vienen a sumar amor. Benito está en segundo año y le encanta la música; Lolo, en quinto y tiene un emprendimiento con la novia que mezcla su pasión por la moda y la economía.
-¿Tienen diálogo con Damián entre ustedes?
-Seguimos hablando de todo lo que nos compete como padres y lo que sucedió como pareja está recontra hablado.
-¿Cómo fueron los primeros meses de soltera?
-Se acercaron algunas personas. A mí las Apps no me gustan. Me gusta conocer a alguien por lo que es más desde la charla. Prefiero un café y que me cuentes todo y verte en vivo. No quiero ver tus fotos retocadas.