Colón volvió de Rosario no solo con las manos vacías, sino con un golpe indescriptible al corazón por la derrota ante Gimnasia que lo condenó al descenso. Un cúmulo de errores que deparó en esta definición dramática y de puro nervios.
Si bien es cierto que solo es un deporte, para muchos es un estado de ánimo y se vive como lo peor. Por eso, a diferencia de lo que pasó en 2014, donde la gente reconoció al equipo, acá pasó todo lo contrario. Indiferencia total por lo que trasladó el plantel desde el campo de juego.
Por eso no sorprendió luego del partido que, desde el departamento de prensa del club, se comunicara que los protagonistas no iban a hablar. Entre ellos el DT Israel Damonte, cuya continuidad no estaba asegurada.
Caras largar y a pleno llanto en la salida, que fue con perfil bajo y evitando parar para charlar. Algo entendible por la situación. Lo que sí está claro es que es un fin de ciclo para la mayoría. Más que nada, por lo complicado que es mostrarse en el ascenso.
Asimismo, porque no se podrá abordar los costos de este grupo, que seguramente se deslentará. Damonte firmó por un año, pero con revisión al final de este campeonato en caso de no alcanzarse el objetivo. Con esto, es probable su salida. Temas que se irán resolviendo luego, ya que hay tiempo. Antes que nada, entender que se hicieron muchas cosas mal y que la gente paga los platos rotos del descenso.