La vuelta de Rubén Botta al fútbol argentino no terminó como hubiera querido. Tenía muchas ilusiones cuando lo llamó Pipo Gorosito para Colón y rápidamente mostró que, a sus 33 años, todavía tenía mucho para dar tras su paso por la seria B de Italia. Sin embargo, su talento y jerarquía no alcanzaron para evitar el descenso.
Fue, por lejos, la mejor incorporación de 2023 y quizás también de los últimos tiempos, pero no estuvo bien rodeado y el desenlace quedó claro. Por lógica, no era un jugador barato y ahora con el equipo en la segunda categoría, sostenerlo iba a ser muy complicado, para no decir imposible.
Ahora más con la lluvia de sondeos –y también propuestas– de equipos de Primera. En las últimas horas el que consultó con firmeza fue Talleres, que participará en la Copa Libertadores. Una notable arma de seducción para el jugador que, como todos, quiere siempre estar en la elite y priorizaría no bajarse.
Esto quiere decir que, por más que la gente se ilusione, también entiende cómo es todo y Botta tiene todo para marcharse pese a tener contrato. Un poco por necesidad del club en lo económico y por otro, ante la demanda de ofertas por un jugador que está entre los más condiciones del mercado.