El panorama es desconcertante. Un dilema tan antiguo como irresoluto gobierna los escritorios y en consecuencia las canchas de nuestro futbol. Pareciese que hasta que los timoneles de la Casa Madre de la pelota argenta no decidan qué fue primero, si la gallina o el huevo, tampoco podrán acordar un punto de inicio para resolver el fondo y no el título de esta historieta triste que no encuentra el punto final a su capítulo más bochornoso.
Aquello del huevo y la gallina nos propone hipótesis cada vez más fundamentadas que no propician el diálogo para caminar tras un consenso, sino que se cierran en sus motivos para dar certezas absolutas como si sus puntos de vista fuesen irrevocablemente los correctos. Esa misma sensación transmiten las entrañas de AFA hoy. Y en medio del enfrentamiento, la pelota.
Esa pelota, indomable como es más allá de años de experimentación y de evolución táctica y estratégica, se las arregló para dejar ya el año pasado un mojón, una marca en el calendario que se impuso amén de los egos y la excitación que parece despertar en muchos de traje que rondan este deporte el poder.
Y la redonda salió del ostracismo burocrático para volver a su hábitat natural, aunque sea un rato. Y por suerte, para ella y para nosotros, encontró intérpretes que intentan ganar los partidos con ella de aliada, salga o no salga la cosa.
Así, lo que dejaron anoche River y Lanús fue una imagen optimista, ilusionante aunque se hayan maltratado un lindo rato. Dos de los proyectos más distinguidos y exitosos del último tiempo propusieron desde el juego ganar. Cada uno con sus herramientas y sus recambios a cuestas, pero con una intención manifiesta que no se abandona por algún resultado adverso y que encuentra eco en sus conducciones dirigenciales, puertas adentro claro está.
Lanús manifiesta crecimiento constante y continuidad de intenciones. Su proceso formativo, iniciado en inferiores hace veinte años, produce jugadores que responden a la idea de los entrenadores. Entrenadores que llegan al club para adherirse a una propuesta institucional aportando su creatividad a la empresa. De allí que el Granate haya sido campeón con dos delanteros, con tres, con tres volantes o con línea de cuatro en el medio. Es que el sistema se adapta a las características del técnico de turno y a las puntuales de la camada de pibes que asoma en cada etapa. Pero los genes del equipo de Cabrero son muy similares a los del equipo de los Barros Schelotto y a los del de Almirón. Todos campeones.
Por el desarrollo del partido el Millonario pudo haberse alzado con lo Copa, pero en los momentos clave Lanús se impuso en ambas áreas, con su arquero en una y con su poderosa ofensiva en la otra. Lo cual no invalida lo grato del proceso que encabeza Gallardo en River. El resultado exigirá revisión pero las transiciones por el adiós de muchos jugadores son muy severas en aquellos planteles que logran el éxito y no por ello puede juzgárselos dramáticamente ante un score adverso en un partido que lamentablemente termina siendo un oasis en el desierto que representan hoy nuestros estadios.
La actualidad del fútbol es intrincada, dolorosa e indescifrable. Hoy, mañana y sabrá quién hasta cuándo, porque escuchando el sonido tan opuesto de ambas campanas cuesta creer en un acuerdo próximo por necesario que sea.
No obstante, este bálsamo nos permite hablar un ratito de fútbol centrándonos en los verdaderos protagonistas, que al menos esta vez, no tienen mucho que ver con lo que pasa afuera. Ojalá que los teóricos de dos hipótesis tan antagónicas encuentren, en ellos mismos, algún consenso maduro a esta larga fábula mercantilista. Mientras aguardamos, conformémonos con que la pelota haya regresado a su lugar… un rato.