Luego de que el Supremo Tribunal Federal negó esta madrugada las apelaciones de último momento del gobierno brasileño para suspender el proceso de impeachment a la presidenta Dilma Rousseff , la Cámara de Diputados comenzó esta mañana las sesiones de debate que acabarán el domingo a la tarde con la crucial votación que decidiría la apertura del juicio político a la debilitada mandataria en el Congreso.
En un clima da alta tensión, el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, dio inicio a las discusiones que se extenderán durante dos días y medio sobre las acusaciones de que Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), cometió "crímenes de responsabilidad" al manipular las cuentas públicas de los últimos años con el presunto objetivo de esconder el déficit fiscal.
Para que el plenario de la Cámara abra el proceso de impeachment, se requerirá del apoyo de dos tercios de los diputados, es decir 342 votos de un total de 513.
Según la oposición, liderada por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), la moción por el juicio político ya cuenta con el respaldo suficiente en la Cámara para garantizar su éxito el domingo. Una vez que pase este primera votación, el impeachment tendrá que recibir la luz verde del Senado, donde inmediatamente el lunes se crearía una comisión de análisis. Luego, dentro de los diez días siguientes, el plenario del Senado tendría que decidir por aceptar o no el pedido de la Cámara, en una votación para la cual es necesaria apenas una mayoría simple de entre los 81 senadores. Sólo entonces Rousseff sería apartada de su cargo, por un plazo de hasta 180 días, dentro del cual el Senado deberá juzgarla con el apoyo de dos tercios (54) de sus miembros.
Durante ese período en que la presidenta estaría imposibilitada de ejercer sus funciones, asumiría el poder temporalmente el vicepresidente Michel Temer, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), la misma agrupación que Cunha. El gobierno ha acusado reiteradamente al PMDB, que hasta hace poco era el principal socio de la coalición gubernamental encabezada por el PT, de usar pretextos jurídicos y contables para implantar un "golpe" y quedarse en el poder.
Si el Senado hallara culpable a Rousseff de los "crímenes de responsabilidad" que se le imputan, sería de inmediato destituida y quedaría imposibilitada de presentarse a cualquier otro cargo electivo por ocho años; Temer permanecería entonces al frente del Palacio del Planalto para cumplir el resto del mandato actual, que termina el 31 de diciembre de 2018.
Hasta ahora, Brasil sólo sufrió un proceso de impeachment exitoso, el del Fernando Collor de Mello, en 1992, quien acusado de corrupción, prefirió renunciar a la Presidencia tras la votación en su contra en la Cámara de Diputados. De todas maneras, el Senado lo juzgó y lo condenó; hoy, sin embargo, es senador de la República.
Rousseff, que cuenta apenas con un 10% de popularidad en medio de una profunda recesión económica y una crisis política que mantiene paralizado al país, no está formalmente acusada de ningún acto de corrupción, aunque su proceso está teñido de numerosas denuncias contra el PT por el escándalo de sobornos que existió en Petrobras.
Varios de los dirigentes del partido están en la cárcel ya e incluso hay acusaciones de cobro de dádivas contra el máximo líder petista, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, padrino político de Rousseff. En un intento por salvar su gobierno, la mandataria designó a Lula como su jefe de Gabinete el mes pasado, aunque éste aún no ha podido asumir porque la Corte Suprema aceptó una medida cautelar por supuesta obstrucción de la Justicia; al ser ministro, Lula quedaría fuera del alcance de la Justicia ordinaria, específicamente de las órdenes del juez federal Sergio Moro, de Curitiba, quien lleva adelante el caso del "petrolão".
Mensaje de Dilma
Mientras los diputados comenzaban sus acalorados debates en contra y a favor de Rousseff, en el Palacio del Planalto se preparaba un mensaje que la presidenta daría esta noche a la población para defenderse de las acusaciones.
Además, mañana visitará el campamento montado por el PT, la Central Única de Trabajadores (CUT) y sus movimientos sociales afines (los Sin Techo y los Trabajadores Rurales sin Tierra, entre otros) en las inmediaciones del Estadio Nacional para mantener movilizadas a las bases ante la más que probable apertura del impeachment. Esta mañana, grupos pro-Dilma ya bloquearon varias avenidas y rutas en los estados de San Pablo y Bahía en apoyo a la debilitada presidenta. Y el propio Lula ha advertido que si el "golpe" prospera, no saldrá de las calles hasta que Temer también sea depuesto y se convoque a nuevas elecciones. Pese a sus problemas legales, hoy el ex presidente (2003-2010) se ubica primero en las preferencias de los votantes.
La crisis del impeachment se da en momentos en que Brasil se prepara para celebrar en agosto en Río de Janeiro los primeros Juegos Olímpicos de América del Sur. Y hoy es imposible determinar quién será el presidente el 5 de agosto, cuando se celebre la inauguración de las Olimpíadas.