Londres es la primera capital occidental con un alcalde musulmán. El laborista Sadiq Khan, hijo de un inmigrante pakistaní, derrotó en las elecciones municipales del pasado jueves al conservador y multimillonario Zac Goldsmith y gobernará la capital británica con el acento puesto en la carestía de la vivienda, los problemas medioambientales y el futuro del aeropuerto de Heathrow. Un programa moderado que le aleja de la radicalidad de su jefe de filas en el partido, Jeremy Corbyn.
Que un abogado defensor de los derechos humanos, aprendiz de boxeador en su juventud, criado en Tooting –un conflictivo barrio del sur londinense–, educado en la escuela pública y practicante de la religión musulmana –no ha probado nunca el alcohol– haya logrado alzarse con la alcaldía de Londres es muy significativo. Señala que la mayoría de sus conciudadanos considera que el ser británico no depende sólo de una identidad, sino de varias. Que se puede ser católico o anglicano o musulmán o agnóstico, al mismo tiempo que de color o de faz céltica, de familia de inmigrantes o haber estudiado en una universidad poco o muy acreditada. Que Khan haya derrotado al conservador Goldsmith, miembro de una familia banquera de origen judío y educado en el elitista colegio de Eton, significa que los orígenes de cada uno importan cada vez menos.
La campaña electoral ha sido una batalla entre la nueva ciudadanía y la tradicional en la que para nada sirvieron las acusaciones –incluidas las del primer ministro Cameron– al hijo de inmigrantes de tener connivencia con radicales islamistas. Khan es un laborista más próximo formalmente a Blair que a Corbyn, que en plena campaña no dudó en calificar de positivo que en Londres vivan más de 40.000 millonarios. Pero es que el nuevo major londinense, a pesar de su juventud –45 años–, lleva consigo una larga experiencia política que culminó en el gobierno de Gordon Brown como secretario de Estado de Transportes.
Pero además del profundo significado social que tiene la elección de Khan para la alcaldía de Londres, está la vertiente política de ese triunfo respecto del futuro del Reino Unido en la UE. Khan es un ferviente europeísta, tanto como su principal rival y su antecesor en el cargo, el polémico Boris Johnson, lo son del Brexit. Sabido es que Londres es una capital europeísta, y la elección del hijo de pakistaníes, con el 57% de los votos, lo demuestra. Nada más tomar posesión de su cargo, Khan anunció que luchará codo con codo con Cameron, a pesar de la dura campaña en su contra, para que los británicos sigan formando parte de la Unión Europea y garantizar así “miles de puestos de trabajo para los londinenses”. Cierto que el resultado de la consulta del próximo 23 de junio continúa en el alero, pero la elección de Khan puede dar un empujón a los británicos que, en palabras recientes del secretario del Tesoro norteamericano, no quieren suicidarse.
La elección de Khan contiene además un mensaje a todos aquellos británicos que, por razón de su origen, se sienten discriminados. En el discurso de toma posesión, el nuevo alcalde dijo: “Quiero que todos y cada uno de los londinenses tenga las oportunidades que nuestra ciudad nos dio a mí y a mi familia”. Una de las principales preocupaciones de las naciones europeas son los jóvenes musulmanes que, por razones sociales y económicas, se sienten marginados y están expuestos a la llamada del fundamentalismo y el terrorismo. Sadiq Khan puede ser el ejemplo de que la integración es posible. Una excelente noticia.