Disney había abierto la puerta, pero enseguida la cerró. Los productores de la saga galáctica "Star Wars" terminaron ayer con cualquier rumor sobre el uso de la imagen digital de la actriz Carrie Fisher. La decisión fue que la actriz no será “resucitada” digitalmente en los próximos episodios.
Fisher murió a los 60 años, tras sufrir un ataque cardíaco, al poco de terminar el rodaje del Episodio VIII de la famosa saga, en el que fue -por última vez- la Princesa Leia, personaje que marcó su carrera artística. La fecha del estreno del filme dirigido por Rian Johnson se prevé para finales de este año, el 15 de diciembre.
“Aseguramos a nuestros fans que LucasFilm no llevará a cabo ningún proyecto para digitalizar a la actriz Carrie Fisher como Princesa Leia o General Leia Organa”, comunicaron los productores, en relación al Episodio IX, que será estrenado para 2019. “Carrie Fisher fue, es y será miembro de la familia LucasFilm. Ella será nuestra princesa, nuestra general y, lo más importante, nuestra amiga. Seguiremos sufriendo su pérdida”.
La reciente película Rogue One, de la saga, usó tecnología para resucitar digitalmente al actor británico Peter Cushing, fallecido en 1994 y cuyo personaje el general Moff Tarkin aparecía en la primera trilogía.
La noticia de la muerte de Fisher impactó al mundo por lo que pasó un día después: murió Debbie Reynolds, su madre. Famosa por su papel en Singin’ in the Rain (Cantado bajo la luvia, 1952), la actriz falleció en Los Ángeles, a los 84 años, tras sufrir un derrame cerebral. Su entorno juzgó que madre e hija eran tan inseparables, que la mamá terminó enfermando repentinamente de tanto dolor. Debbie fue hospitalizada de emergencia cuando se encontraba en el domicilio de su hijo, Todd, en Beverly Hills, organizando los preparativos del funeral de Carrie. “Se ve que quería estar con mi hermana Carrie”, señaló a Variety su hijo.
Finalmente, madre e hija tuvieron un funeral doble e íntimo. Fue en el cementerio Forest Lawn Memorial Park de Los Ángeles. Por pedido de la familia, los medios no pudieron acceder.
La historia de amor no siempre fue color de rosa: ambas habían estado diez años sin hablarse, pero en sus últimos tramos de sus vidas hicieron las paces y estuvieron más unidas que nunca. Reynolds reconoció problemas de adicción al alcohol y a las drogas por parte de Fisher. “Ser mi hija fue difícil para Carrie, porque en la escuela el profesor la llamaba Debbie. Pero supongo que no estaba tan mal en realidad, porque ahora yo ya no soy yo, sino la madre de la princesa Leia”, decía.