El filme, que tuvo su premiere mundial en el último Festival de Venecia y que le valió a Portman su tercera nominación a los Oscar (ganó en 2011 con "Cisne negro"), no está contada desde una lógica cronológica sino a partir de estructura emocional e intenta en todo momento, a modo de un diario personal y complejo, estar junto a Jackie y sus circunstancias.
En esta construcción, la película, que evoca a una de las grandes figuras públicas de la década del 60, que además de haber sido la primera dama más joven de los Estados Unidos se convirtió en un ícono que marcó tendencias de estilo y estética, se vale de tres momentos o instancias, que va intercalando en su desarrollo.
Uno es la entrevista que Jackie ofrece una semana después del entierro de JFK al periodista Theodoro White de la revista "Life" y donde quiere contar su visión de JFK, la relación de ambos y lo sucedido; otra es una visita guiada por la Casa Blanca que ella hace para la televisión en febrero de 1962 en un momento de apogeo de la pareja presidencial (que es prácticamente un calco de la verdadera) y la tercera es la que relata todos los sucesos del asesinato de John F. Kennedy en una visita a Dallas en noviembre de 1963, con una excelente secuencia sobre el momento de los disparos, pero también con todos los entretelones de la toma del poder por Lyndon Johnson, los preparativos y decisiones que se toman respecto de los funerales y el entierro en el Cementerio de Arlington, sus relación con los hijos y sus sentimientos personales en esos tres largos y difíciles días.
"Para construir la película -comentó Pablo Larraín cuando enfrentó a la prensa luego de su premiere mundial en Venecia- tuvimos gran cantidad de material que sirvió de inspiración: tapes, libros, las conversaciones que Jackie tiene en 1964 con Arthur Schlesinger que están grabadas y se pueden seguir también a través del audio, pero hubo cosas que nadie supo, cosas que pasaron detrás de las puertas y lo que decidimos hacer fue algo lejos de la biopic porque no queríamos imitar nada sino que queríamos hacer cine, tomar una cámara e inventar una ficción, crear una ilusión, hablar del deseo, de la desilusión, del dolor, apelar a esa magia del cine que es similar a la más primitiva y vieja magia de los ilusionistas".
"Creo -agregó el realizador- que el de Jackie es uno de los más grandes misterios y de los más desconocidos para el gran público y lo que buscamos construir nosotros con la película fue estar dentro de su mundo y sus circunstancias en un momento de una enorme crisis y ver cómo lidió con todo eso".
El filme, que se rodó en los estudios de Luc Besson en París, director con el que Natalie Portam arrancó su carrera como una encantadora niña en el filme "El perfecto asesino", tiene en la actriz uno de sus puntos fuertes, para diseñar un personaje conocido por todo el mundo pero con pliegues ocultos que traspasan la cara conocida de Jackie.
"Fue uno de los papeles más peligrosos que me tocó hacer porque todo el mundo tiene una idea sobre ella pero nunca me pensé como una imitadora sino que afortunadamente busqué generar algo para ser Jackie y que le pudiera llegar a la gente", aseguró la actriz en Venecia.
Portman, al igual de Larraín, contó que investigaron gran cantidad de materiales y señaló que "hubo algo muy interesante que resultó de muchas cintas que escuchamos de Jackie y tapes que vimos de ella y es que era una persona muy diferente cuando estaba en público, cuando actuaba como la primera dama de Estados Unidos, cuando era la esposa de JFK y daba entrevistas y otra en la intimidad. En su rol público era relativamente tímida y tenía un tipo de voz, mientras que era muy distinta cuando hablaba con viejos amigos en esas reuniones en que se escucha el sonido de fondo de las copas chocando; eran voces muy diferentes".