Otra de las apuestas de Netflix, pero... ¿exitosa? ¡Lo dejamos a tu criterio! La historia gira en torno a Sophia Amoruso, la fundadora de Nasty Gal, una tienda de ropa online (vía E-bay) que se sostenía a través de la compra y venta de prendas usadas.
Hasta acá la propuesta es interesante. Volver a vivir el comienzo del milenio en donde los smartphones no existían ni la masificación a través de las redes sociales. Herramienta que, claramente, hubiera hecho mucho más fácil el emprendimiento de Sofía (hello show-rooms) y le hubiera restado mucho mérito.
Primer problema que detectamos: el personaje es bastante irritante, o sea... ya roza la exageración. La protagonista, como casi todo el mundo, labura con un superior. Y se ENOJA -sí leyeron bien- cuando la echan por llegar tarde (no era la primera vez), por comerse la comida de la jefa y hacerse la loca. ¿Qué pretende?
El tiempo está bien manejado (punto para Charlize Theron que es la productora). Son 30 minutos, ligeros, y con cuotas de humor.
La idea de la serie es mostrarte cómo se va armando el negocio de Sophia. Pero notamos que muchos capítulos se van por las ramas (demasiado) y le dedican 1 escena y media a Nasty Gal.
Como en varias series de Netflix la protagonista, Britt Robertson, cumple el patrón estándar de fisionomía: rubia, de ojos claros, delgada. Y siempre sus amigos son los "diversos", como es en este caso la mejor amiga Annie, interpretada por Ellie Reed. ¿Les suena la situación con Stranger Things o 13 reasons why?
La guionista, Kay Cannon, escribió diálogos bastante improbables. De esas charlas que tienen los personajes que son más irreales a que de pronto salga Chewbacca de tu placard.
Es una serie liviana. Te vas a reír, y es una elección sabia para irte a dormir relajado.
Tiene muchos guiños copados. Por ejemplo, reversionan la escena de The O.C. en que Ryan Atwood carga a Marissa Cooper semi muerta, entre tantas otras cosas.
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