Una jeringa y un chip del tamaño de un arroz. Eso es todo lo que se necesita para colocarse un implante subcutáneo con el que se puede abrir puertas, desbloquear teléfonos y hasta pagar las cuentas.
"El futuro está en estos implantes. Pronto los usaremos para todo. Es más seguro y más fácil porque ya no hay que pensar dónde se tienen las llaves, todo se lleva con uno, debajo de la piel", asegura Patrick Kramer, director de Digiwell, en diálogo con Infobae, mientras muestra sus productos en un stand dentro de la feria IFA.
Muchos se acercan a ver de qué se trata este particular invento, algunos incluso se animan a colocarse el implante subcutáneo sólo por curiosidad. "Para sacárselo basta con hacer una pequeña incisión y presionar el implante hacia afuera", explica Kramer.
Se estima que unas 50 mil personas en el mundo tienen este tipo de chips subcutáneos. Kramer cuenta que un usuario de Argentina compró el implante y lo usa como identificación para ingresar a la cancha, tal como explica en el video.
Estos pequeños dispositivos consisten en un sistema de Identificación de radiofrecuencia (RFID, por sus siglas en inglés), que incluyen antenas para recibir y responder a datos enviados por radiofrecuencia desde un emisor-receptor RFID. Como son etiquetas pasivas no requieren de alimentación eléctrica interna.
Los chips también están potenciados por tecnología NFC, que permite la comunicación entre dispositivos cercanos. Uno envía la señal y el otro la recibe. Este sistema es el que se emplea para realizar pagos a través de dispositivos móviles.
Kramer muestra cómo luce el implante debajo de su mano y el modo en que lo utiliza, por ejemplo, para desbloquear puertas. Según el experto, el chip es lo más seguro que hay en el mercado porque es "imposible de hackear".
Los implantes cuestan entre 77 y 200 euros, según el diseño, modelo y funciones. Kramer aclara que la tecnología que potencia este invento es pasiva y el usuario no debe temer por su seguridad.