Katrina, Georges, Sandy, Andrew, Patricia, Harvey, Irma y Katia. Los huracanes son un fenómeno meteorológico de antaño pero no así la forma de nombrarlos. Si bien ahora la regla más usada indica que la alternancia de los nombres debe hacerse en forma genérica, una mujer, un hombre, una mujer, un hombre y etc.; la tradición no siempre fue la misma.
En un primer momento, allá por el 1800 y mucho antes también, el nombramiento era una cuestión religiosa: se bautizaba a los huracanes de acuerdo con el santo del día en que manifestaban todo su poder de destrucción. Por ejemplo, el huracán de Santa Ana golpeó a Puerto Rico el 26 de julio y por eso recibió ese nombre.
Pero con el tiempo la fe fue perdiendo lugar. A finales del siglo XIX, el meteorólogo australiano Clement Wragge nombró por primera vez a una de estas tormentas como a una mujer. Eso sí, en un principio sólo se elegían nombres bíblicos. Hasta que en 1953, en Estados Unidos , cambiaron una vez más las reglas y se quedaron solo con nombres femeninos. Y ya.
Pero la exclusividad genérica comenzó a hacer ruido a medida que el nuevo siglo se acercaba lento y en 1979, tanto la Organización Meteorológica Mundial como el Servicio Meteorológico de Estados Unidos tomaron una decisión necesaria para evitar los problemas que habían empezado a generarse: a partir de entonces, se alternarían nombres femeninos y masculinos y se daría fin a la polémica sexista.
Entonces, en la actualidad, esta es la manera en que se dan nombre a los huracanes: cada año se prepara una lista, que se repite cada 6 años y que incluye un nombre por cada letra del alfabeto que se alterna entre mujer y hombre, de acuerdo con una nota de la BBC. Es decir, por ejemplo, Amalia, Bruno, Candela y Daniel.
Eso sí, hay excepciones: cualquier país que se vea gravemente afectado por un huracán tiene la posibilidad de pedir que se retire el nombre de las listas a futuro cercano para evitar confusiones.
Los huracanes con nombre de mujer, más destructivos
Pese a los cambios de las últimas décadas, el sexismo parece seguir activo. Un estudio realizado en 2014 por investigadores estadounidenses en base a datos recogidos desde 1950 a 2012 y publicado por la revista oficial de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, asegura que las tormentas que tienen nombres femeninos son más letales y generan más muertes.
La razón es algo triste. Dijeron los especialistas que este fenómeno se debe a que, al menos en EE.UU., la gente percibe los nombres femeninos menos amenazantes y por ello toma menos precauciones. Es decir, sí el nombre es de varón, se preocupan más. Como si eso tuviera en verdad algo que ver.
Pese a los datos del huracán Mitch, que desde el 22 de octubre y hasta el 9 noviembre de 1998 afectó a Florida, Honduras, Nicaragua, América Central y la Península de Yucatán y provocó más de 19 mil muertes, el informe concluyó que las tormentas con nombre de mujer en las últimas décadas mataron en total a casi el doble de personas.