La música y los cánticos en el motorhome de Mercedes se escucharon con fuerza hasta entrada la madrugada de Singapur. No debe haber resultado sencillo dormir para los miembros de Ferrari y especialmente para Sebastian Vettel tras el domingo "catastrófico" de la escudería italiana.
"La pelea no ha terminado, solo será más difícil", intentó estimular Maurizio Arrivabene, el jefe de Ferrari, quien pidió competir con "el Cavallino Rampante en el corazón" y luchar hasta la última curva. Los ánimos en el equipo, sin embargo, estaban por el suelo.
"La catástrofe de todas las catástrofes", resumió hoy el diario italiano "La Gazzetta dello Sport" la debacle de Ferrari en Marina Bay. "Ni en las peores pesadillas podrían haberse imaginado algo así".
El abandono de Vettel y Kimi Raikkonen en el inicio de carrera tras un triple choque con el Red Bull de Max Verstappen dejó a Ferrari en una situación crítica. A falta de seis pruebas para el final del campeonato de Fórmula 1, el británico Lewis Hamilton lleva 28 puntos de ventaja sobre Vettel, la mayor distancia de toda la temporada.
El piloto alemán, que partía en la "pole", quedó hoy en el centro de las miradas por el incidente en la largada. Que los comisarios de carrera no lo hayan señalado como responsable principal del choque -como tampoco a Raikkonen o Verstappen- difícilmente le sirva de consuelo.
"Cinco segundos que Sebastian Vettel nunca olvidará", evaluó hoy el diario "La Stampa". Es que su sueño de lograr su primer título mundial con Ferrari, el equipo que admiró desde niño, sufrió un golpe casi decisivo.
"No es el fin del mundo", dijo no obstante Vettel tras su brevísima carrera. El alemán tiene antecedentes a los que aferrarse. En 2010, cuando conducía para Red Bull, fue por primera vez campeón mundial tras remontar 31 puntos a Hamilton, entonces en McLaren. Y en 2012 llegó tener una desventaja de 42 unidades respecto del español Fernando Alonso antes de lograr su tercera victoria con el equipo energético.
Las 12 horas de vuelo de regreso a Europa, sin embargo, no deben haber sido fáciles para Vettel, que buscará tranquilidad en su casa en Suiza antes de ir en busca de la recuperación en dos semanas en Malasia. El alemán perdió 44 puntos respecto de Hamilton en las tres carreras disputadas tras el receso de mitad de año.
De ser líder con 14 puntos de ventaja pasó a tener a Hamilton a más de una carrera de distancia (el triunfo otorga 25 unidades). Y tampoco puede descuidarse de Valtteri Bottas, que tras su tercer puesto en Marina Bay le sigue a 23 puntos con el otro Mercedes. "Sebastian es el próximo objetivo", dijo el finlandés.
Los ánimos en las "flechas de plata", lógicamente, eran todo lo contrario. El máximo responsable de Mercedes, Toto Wolff, permitió celebrar con alcohol en el vuelo de regreso junto a Hamilton en el avión privado de Niki Lauda, jefe del consejo de vigilancia del equipo.
Sin embargo, pidió no confiarse por la ventaja conseguida y advirtió de que su equipo también puede sufrir en algún momento un incidente como el que afectó el domingo a Ferrari. "Todo puede suceder muy rápido", señaló Wolff. "Hay que pensar carrera a carrera y optimizar lo máximo posible los resultados".
Pero los números invitan a Mercedes a soñar con un nuevo título. No solo por las tres victorias seguidas de Hamilton en Bélgica, Italia (en la casa de Ferrari) y Singapur, sino porque el calendario de fin de año es un terreno habitualmente favorable para las "flechas de plata".
Quince de las últimas 17 carreras en Malasia, Japón, México (solo hubo dos ediciones), Estados Unidos, Brasil y Abu Dabi se decidieron en favor de Mercedes. Y si bien la Fórmula 1 ha demostrado ser esta temporada una caja de sorpresas, el equipo campeón parece haber dado un golpe psicológico decisivo.