Sos de los que pueden trabajar con el escritorio detonado de papeles. Tu habitación pide a gritos la intervención de un ejército de Marie Kondos que le ponga fin al caos. Buscás las llaves y las encontrás adentro de la heladera. Se te pierde algo y estás horas buscando mientras aplicás el ridículo ritual del vaso boca abajo y le rezás vaya a saber a qué santo para que aparezca. Te encantan los rompecabezas y no te amedrentás con las 1000 piezas desparramadas en la mesa.
Si sos una de estas personas seguramente muchas veces fuiste víctima de bullying familiar, pero ya no más: prestá atención porque esta explicación puede servirte para retrucar.
En su columna semanal para Todo Pasa, el Neurólogo y Master en Neurociencias, Hugo Valderrama, explicó cómo la mayoría del tiempo destacamos al orden como una característica meramente positiva, cuando en realidad a veces sería mejor para nosotros abrazar cierto grado de desorden.
El espacio que habitamos influye directamente en nuestro cerebro, y está comprobado que, mientras más ordenado está, más productivos somos. De hecho, hay ramas de la Arquitectura que apuntan a armar ambientes acordes a necesidades específicas de quienes los habiten.
Pero este boom de lo minimalista y el orden extremo, ¿es bueno para nuestra creatividad?
A partir de este disparador, el Dr. Valderrama explicó que el cerebro interpreta la realidad y, cuanto más orden le ponemos a esta, más fácil se hace planificar, evaluar, ejecutar. Aunque, de esta manera, perdemos los estímulos que nos sirven para crear. Si recibimos siempre el mismo estímulo, el cerebro automatiza, descansa en lo conocido, y deja de trabajar para buscar alternativas.
Es como subirte al auto y hacer todos los días el mismo camino para llegar al trabajo: sí, llegás rápido y bien a destino, pero a veces "perderte", te lleva a conocer nuevas rutas.
Entonces: ¿es mejor ser ordenado o desordenado? Para el neurólogo, la clave está en combinar un poco de ambos hábitos.
Mezclar orden y dispersión y lograr un equilibrio que nos permita ser productivos, pero a la vez darle lugar a los momentos y lugares donde el caos se convierte en creación.
Mirá acá la columna completa del Dr. Valderrama: