Algunas personas son el vivo reflejo de alguno de sus padres casi desde que nacen. La ciencia determinó que hay una edad en la que esa semejanza se acentúa: en las mujeres sería a los 33 años y en los hombres a los 34.
De acuerdo al trabajo del cirujano plástico Julian De Silva, es más probable que las mujeres comiencen a adoptar las mismas actitudes y gustos que sus madres los primeros años después de tener su primer hijo.
Da Silva analizó que cuando empezás a criar a tus propios hijos, tus comportamientos suelen ser un reflejo de cómo te criaron a vos. Por eso la paternidad es el principal desencadenante de que uno cada vez se parezca más a sus progenitores.
Más de la mitad de las consultadas en el estudio aseguraron que dejaron de pelearse con sus madres pasados los treinta y que, una vez sucedió eso, empezaron a imitarlas en diferentes hábitos, como usar las mismas frases, practicar hobbies similares o ver los mismos programas de televisión.
Para los hombres ocurre algo parecido, aunque las similitudes suelen darse más en cuidar más la energía en el hogar, elegir la misma emisora de radio o acercar posturas a nivel político.
Por otro lado, pasada la barrera de los treinta suelen aparecer las primeras arrugas o muestras del paso del tiempo, lo que hace que en apariencia física también empieces a parecerte más a tus padres que cuando sos más joven.
"Todos nos convertimos en nuestros padres en algún momento de nuestras vidas, y eso es algo que se debe celebrar. Convertirse en padres es el desencadenante principal y los factores de estilo de vida también son importantes", analizó De Silva.